Bien decía la titular del Concejo Deliberante local prof. Ana Laffont, que adherir significa sumarse al recurso generado por otra parte. Pero en este caso, el de adhesión a la Ley Provincial Nº 14.050 (nocturnidad), lo de sumarse es relativo, ya que para lograrlo en la práctica hace falta una acción concreta, que dicho en buen romance significa aplicar la ley en toda su expresión, lo que no es ni tan simple, ni tan complejo, pero…
Sobrados ejemplos de fracasos nos dicen que no siempre la letra escrita se respeta, y ni la suma de leyes y ordenanzas han podido lograr los resultados que se esperan. ¿Por qué?, simplemente porque su falta de aplicación la convierte en letra muerta, y eso es lo que es desde que dicha ley ha sido promulgada, al igual que ordenanzas anteriores promulgadas en este caso por el municipio.
¿Se atreverá alguien a ponerle el cascabel al gato?.
Valga la vulgaridad para graficar la acción de aplicar la ley, disponiendo de todos los recursos humanos y tecnológicos, sea inspectores que realicen controles de apertura y cierre de los locales bailables, de alcoholismo, ingreso de menores a locales donde se expende alcohol, etc.,etc.,etc, y policía que brinde apoyo a dichos inspectores ya que se supone resistencias, ardides, ocultamiento de alcohol, en fin, hecha la ley, hecha la trampa, y eso es precisamente lo que hay que evitar.
Tampoco demonizar a nadie y menos aún a los menores. Simplemente velar por ellos, por su salud y riesgos a los que se ven sometidos por su propia condición de adolescentes, proclives a las transgresiones. Dialogar, conocer su pensamiento y fundamentalmente fomentar el acatamiento a las normas legales, que no han sido hechas para perjudicarlos, sino por el contrario para prevenir males mayores, o tragedias como la ocurrida recientemente. Y como tantas veces lo hemos dicho, de nada sirve la protección o prevención que puede intentarse a nivel de las autoridades constituidas, si desde el seno de la familia no se transmiten los valores esenciales que hacen al comportamiento de las personas. No existen excusas para dejar a un chico a la deriva, dependiendo de su libre albedrío. La guía familiar, el consejo oportuno, jamás deben faltar.
Es cierto que las leyes están para cumplirlas, pero el facilismo de adherir no alcanza. Hace falta mucho más.