«Cloacas y agua potable para todos». Es un anuncio que no seduce al electorado.

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Una vieja máxima no escrita en política, dice que el anuncio de obras que van bajo tierra no seducen al electorado. Y ese, el de las obras que van bajo tierra, dirigidas a una gran porción de nuestros vecinos y de los pobladores de las localidades rurales, es el caballito de batalla del intendente Walter Torchio.

Las obras que van bajo tierra como cloacas, desagües o agua potable  NO SE VEN. En cambio una rotonda, la iluminación de un barrio, el asfalto, las viviendas y tantas otras son obras que se aprecian a simple vista, que están allí, ESAS SE VEN.

Y es cierto también que gran parte de la población disfruta de los servicios esenciales como agua potable, gas, cloacas, y por lo tanto el mensaje político de quién propone ese tipo de obras para los sectores que aún no las tienen, les llega atenuado, como que no es para ellos, es para los otros…

Y sí, cuando se habla de políticas sociales, de obras para pobladores carenciados, es como si se focalizara la acción de gobierno únicamente en esos sectores, y tal vez la mezquindad, el egoísmo o la insensibilidad de aquellos vecinos que tienen la suerte de poder disfrutar de todos los servicios y de un sinfín de comodidades, no les permita darse cuenta de que el eje de la justicia social aplicada en este caso a una comunidad como Carlos Casares, es el de lograr que todos y cada uno de los vecinos que la componen puedan gozar de todos los beneficios del mundo moderno. Porque ya no se concibe que haya familias que no cuenten con instalación de agua y cloacas en sus viviendas, que se calefaccionen o cocinen con braseros o calentadores de kerosén. Y sin embargo en Carlos Casares las hay y muchas.

Es por lo tanto procedente y satisfactorio, que aún a costa de los riesgos electorales que sin duda se asumen al interpretar una política de ese tipo, la ambición política pase por el lado de la inclusión social y la igualdad de oportunidades para todos los casarenses. Por otro lado Torchio eligió ser el referente de un partido que nació para reivindicar el derecho de igualdad de las clases sociales más oprimidas, y no puede ser otro su pensamiento.

Claro está que allí no debe terminar un proyecto de gobierno. Si quién lo direcciona a las clases de menores recursos descuida al resto por entender que lo tienen todo, se equivoca. En Casares ni los más solventes, aquellos que conocen el color del dinero, tampoco lo tienen todo. Sienten falencias en salud y se preocupan, también los desvela la inseguridad y los problemas cotidianos que les quitan la calidad de vida. En suma: son ciudadanos como los otros, a los cuales debe abarcar también cualquier proyecto de gobierno.

Podríamos decir que logrando lo que unos no tienen y otros precisan, se puede elaborar la receta de una famosa comida china llamada «felicidad para todos».

 

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