La bebida del pueblo, el desayuno de la mitad de los argentinos, la manera de pasar un buen momento, de sobrellevar uno malo, de confraternizar y hasta de amar. Un mate antes y un mate después… El mate es la bebida nacional, pero ya se duda si los pobres lo podrán tomar. Aumentó la yerba entre un 50 y un 100% y puede llegar a convertirse en un problema de estado. A nadie se le puede negar un mate amargo, aunque en realidad eso era antes…
MATE AMARGO Más que una ranchera, una realidad…
Cómo nos cambia la vida, como vemos que en este mundo donde mandan las economías de mercado, viejas y ancestrales costumbres, se van perdiendo…Ya ni mate vamos a poder tomar…
Para el gaucho, esforzado luchador de la vida en el campo, el mate era más que una costumbre, casi una religión. Y una compañía invalorable en esas soledades de la pampa Como dice Osiris Rodríguez Castillo en su milonga “Domingo de agua “diga que soy más o menos “güenon” pa‘ cimarronear y que ande ensillo el amargo, la tarde al tranco se va…”, porque con esta cuestión de la economía actual, puede ocurrir como decía amargamente Enrique Santos Discépolo en “Yira—Yira” “cuando no tengas ni fe ni yerba de ayer secándose al sol…”
El precio de la yerba mate, la ilex paraguarienses autóctona y tan de esta parte de América, que da lugar a una de nuestras bebidas nacionales, el tradicional mate, ha sufrido un aumento tan grande en su precio de venta al público, que hasta la famosa ranchera “Mate Amargo”, de Bravo y Brancatti, que muchos años atrás hacía bailar a nuestros abuelos, se torna imposible de llevar a cabo, cuando pide que ceben mate para toda la rueda en una fiesta campera de antaño.
Con el precio que ha alcanzado la yerba mate en los negocios, con un aumento sideral, el gaucho de Rodríguez Castillo, tendrá que buscarse otra forma de combatir la soledad, el tanguero de Discépolo hará cierto la premonición del autor y no tendrá que poner al sol y en la ranchera, convidarán con té con sacarina…
Y, lamentablemente, nosotros seremos un resumen de todo ello.