Los árboles que en el bosque, buscan más alto la luz del sol, van sumando amaneceres que los pintan de vida con su arrebol, en el lento marchar que ilumina de sueños su corazón. En la vida, esa marcha es camino y esfuerzo, lucha y pasión, que en cotidiano canto esperanzado es un beso del alma que da el amor, y los años vividos son brazos de tiempo que van sumando luces, rayos de sol. Y en un andar sin prisa, pero sin pausas, se va ganando distancias, que son como las ramas de aquellos árboles que buscan sol, que de un tronco erguido, sin desviaciones, muestran su flor y la sombra que brindan, por ser tan pura, es seguro ejemplo de honra y honor.
Así, como esos árboles de buena madera y de construcción, fue constituyendo su vida, Rodolfo Oscar Obón. Con la familia hermosa que con Silvia Gutiérrez un día formó, que la vida con el arribo de Alejando, Amílcar y Araceli, bien los premió, pero que luego el tiempo, que te da y te quita, dicha y dolor, se llevara su compañera que en su partida se le anticipó, pero le dejó nietos y bisnietas, como para que sus tardes de otoño, tuvieran con sus sonrisas, menos dolor. Siempre con paso firme, de pie seguro, así marchó, con la mirada puesta en el horizonte, con el pecho henchido de esperanzas, “Tito” Obón. Una larga lucha en la política, con triunfos y derrotas, siempre en el radicalismo, desarrolló. Al “que se quiebre pero que no se doble”, siempre hizo honor, desde los cargos de Secretario del Municipio o de Concejal, que desempeñó, en el orden local, porque en la Cámara de Diputados de la Provincia también colaboró. En su tarea privada fue comerciante, Comisionista y Asesor, sumando más que clientes amigos, en su labor. En un accidente bravo que con un tren protagonizó, el destino le quitó un auto, pero su vida le respetó y desde entonces, agradecido, con la elegancia y buen gusto con que se vistió, a las calles de mi pueblo, con paso firme las recorrió. Y en el marchar parejo, por la existencia, sumando años y experiencia, con mucho esfuerzo, a sus hijos dio profesión y un día, alcanzada la meta, se jubiló. El sufrir de la enfermedad de su amada Silvia en su lento marcharse, lo ensombreció, pero el amor de hermanas, hijos y nietos le dio valor, para que con su legión de amigos, que con su conducta recta él se ganó, le volvieron a poner a su vida, tardes de sol. Pero llegó un momento que los achaques fueron mostrando su garra desde el dolor, y con la entereza con que siempre la vida enfrentó, transitó los postreros espacios de su existencia que Dios le dio. En las horas tempranas del miércoles 4 de abril, a los 85 años, serenamente, de esta vida terrenal Tito se marchó. El dolor que su partida provocó, en su velatorio e inhumación en lágrimas de pena se reflejó. Se nos fue de nuestro lado, físicamente, Rodolfo Obón, por que los hermosos recuerdos, que como legado, aquí dejó, serán la cosquilla de la nostalgia que ha de acariciarnos el corazón. Este homenaje que le hago con emoción, tal vez no sea menos de lo que merece tan buen varón, pero es el abrazo de un amigo para Rodolfo Oscar Obón.
J. D. O.