Manu Von Wernich y sus rutilantes 15 años

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La más pequeña de las cuatro hermanas Von Wernich Grobocopatel celebró el viernes en las instalaciones de Sin City sus 15 años. Una fiesta deslumbrante, bien juvenil, plena de emotivos momentos, pero por sobre todo muy alegre y divertida.

La recepción tuvo lugar en el sector al aire libre de la disco, muy arreglado, con un entorno musical y visual espectacular, y un recibimiento a los invitados super novedoso.

Una imagen digital animada en tamaño natural de Manuela los recibía dándoles la bienvenida  e instándolos a pasarla bien. Los invitados miraban esa imagen con asombro y no podían creer. Muy original.

La recepción fue espéctacular, un sin fin de bocaditos deliciosos, buenos vinos, champagne, jugos y gaseosas a discreción. Si bien los mayores eran apenas una minoría, todos se veían muy elegantes, las damas luciendo exclusivos vestidos, algunas estolas, todo muy chic. Y los chicos idem, muy bien arreglados, con sus trajes oscuros, camisas blancas, corbatas, unos muñecos. Las chicas con brillos, modelitos de diseño, muy sexis, para una revista de modas.

Muy bien Sin City, con detalles de decoración mínimos, bien minimalista, algún sector de luises en un fino contraste, que mostraba el trabajo de alguien que la sabe en el tema decoración y por qué no, de arte.

El momento del recibimiento a Manu fue espectacular, con mucho ruido, lluvia de brillos, emotivo, muy alegre, con sus padres Gaby y Germán y sus hermanas Emilia, Cony y Eloisa esperándola en el centro de la pista, donde se confundieron en interminables abrazos, rodando unas cuantas lágrimas. Luego se sumaron los abuelos, tios, primos, rodeando a la agazajada, a la que se veía muy bella. Fueron dos los vestidos que usó en la fiesta, el primero soberbio, de Neuman Marcus comprado en Miami y el segundo una creación de Caro Criado, una diseñadora uruguaya que tiene su estudio en Punta del Este.

Previamente un grupo de bailarines, de música tecno unos, romántica otros, habían puesto el toque artístico musical a los instantes previos a la llegada de Manuela.

Bailaron el vals, Manu de mano en mano recibía centenares de elogios, danzando con todos, primero los familiares y luego sus amigos, ante la mirada atenta de sus hermanas, que seguramente conocedoras de sus secretitos, emitían algunos comentarios entre ellas, cuando la agazajada bailaba con alguno de sus preferidos…

Las mesas estaban dispuestas alrededor de la pista, en un escenario privilegiado. Por momentos la enorme pista se completaba de bailarines y todo era algarabia y animación.

Por las enormes pantallas las hermanas de Manu le tributaban sus homenajes, relatando historias infantiles, confesando su amor por la más pequeña, mientras una secuencia de fotos mostraba los momentos más alegres de la familia, y por supuesto la corta vida de Manu desde su nacimiento a la fecha.

Sus amigas bailaron para ella, al igual que sus hermanas acompañadas de los bailarines, mientras Emilia, con su voz maravillosa entonaba una hermosa canción.

Luego todos, hermanos, primos, padres, abuela Edith bailaron también para ella, que emocionada sujetaba apenas sus lágrimas.

El servicio gastronómico a cargo de la firma Galindez de Buenos Aires, fue superlativo. Excelentes los platos, alucinantes los postres, y la mesa de dulces fue un festival en el que claudicaron las dietas. Las bebidas acorde a la ocasión, todo bien, sin excentricidades ni exageraciones.

Decíamos al comienzo que los reyes de la noche eran los jóvenes. La música bien bolichera, mucha luz, efectos, humo, lluvia de brillos y la actuación del conjunto Grupo Play, de moda en la movida de capital, mucha cumbia y a moverse.

La concurrencia fue multiplicándose, arribaron al salón camadas de jóvenes que poco a poco fueron adueñándose de la noche desplazando a los veteranos, que aceptando la cruda realidad, dieron las hurras y bostezos mediante emprendieron la retirada. En la pista, la fiesta recién comenzaba.

 

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