Estimados amigos: Continúo con el relato de mi viaje
En Jerusalén pudimos visitar la ciudad vieja y tener la oportunidad de conocer lugares sagrados para las tres religiones monoteístas más importantes, recorrimos la mezquita de la Roca y la mezquita de Al-Aqsa -sitios sagrados para los musulmanes-. Además visitamos el Muro de los Lamentos y la Iglesia del Santo Sepulcro, recorrimos la vía dolorosa y también estuvimos en el Monte de los Olivos.
Luego nos trasladamos a la ciudad de Hebrón, que tiene algunas características importantes: es el único lugar bajo gobierno Palestino que en su centro conviven colonos israelíes con palestinos (400 colonos israelíes con más de 120.000 palestinos). En este lugar se respira muchísima tensión.
Allí se encuentra también la tumba de los Patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob) y transitamos por la ciudad vieja que tiene más de 7.000 años de antigüedad.
Visitamos la ciudad de Belén, sitio muy importante para los católicos porque es el lugar donde María dio vida a Jesús. Estuvimos en las grutas, en el sitio exacto del nacimiento donde hoy se levanta la Iglesia de la Natividad y se encuentran las grutas donde San Jerónimo hizo la traducción de la Vulgata (tradujo la Biblia al latín).
Con posterioridad llegamos a Jérico, la ciudad más antigua del mundo, más de 10.000 años de historia de la humanidad. Es una sensación muy particular poder estar pisando Tierra Santa y también aquellos lugares donde el hombre empezó a organizarse en comunidades.
Visitamos el Palacio de Hisham que fue construido en el año 743 y que poseía enormes dimensiones cubierto de bellísimos mosaicos y decoración en estuco.
Desde allí dejamos suelo Cisjordano y nos trasladamos -desierto mediante- hasta suelo jordano donde luego de cientos de kilómetros llegamos a la ciudad de Petra, una de las siete maravillas del mundo construidas por la mano del hombre.
Petra es algo que deslumbra nuestros sentidos y nos llena de preguntas: ¿Cómo es que el hombre 100 años AC pudo esculpir en piedras? ¡Una ciudad maravillosa! Aunque se han escrito ríos de tinta sobre este lugar nada nos prepara para su impacto.
La entrada a la ciudad se realiza por un estrecho cañón de más de un kilómetro de largo donde sus acantilados rojos se levantan por más de 80 metros . Al final de ese recorrido uno se topa con «el Tesoro», así se denomina a una inmensa fachada de más 30 metros de ancho por 43 de alto, un palacio tallado en rocas de color rosa pálido y luego todo lo demás!!! Un Teatro para 3.000 personas, tumbas y diferentes obras de arte realizadas por el pueblo Nabateo. Además, es digno de admirar el sistema de canalización que tenían entre otras cosas sorprendentes.
Desde ese lugar, emprendimos el regreso llegando nuevamente a Amman y desde allí a Dubai (ciudad modernísima, con lo último en diseño y arquitectura, llena de lujos y en suelo totalmente desér-tico) que era escala previa a Buenos Aires.