ES SALUDABLE QUE NO HAYA SIDO NECESARIA LA EXPROPIACIÓN

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La expropiación, dicen, se realiza cuando se acaban las palabras. Cuando el propietario de un bien es reticente a vender y el Estado  echa mano a la transferencia de carácter coativo, imponiendo u obligando a su venta, declarándolo de utilidad pública.

Es lo que ha sucedido en todas las instancias que llevaron al pedido de expropiación por parte de la comuna local ante la reticencia del vecino productor rural Esteban Abel Torre de vender una parcela de tierra de su propiedad, para que en la misma se continúe la traza de un canal, considerada dicha obra de extrema necesidad para evacuar las aguas de un amplio sector inundado.

Toda expropiación implica un conflicto existente entre ambos actores, y deja como secuelas, especialmente en una comunidad pequeña como la nuestra, enconos y desencuentros.

Pero, una vez más ha imperado la cordura, haciendo innecesaria la expropiación aludida. La noticia de un acuerdo y la posterior firma de un convenio, evitando así la instancia judicial, demuestran que en última instancia, el diálogo y el razonamiento evitaron una situación totalmente innecesaria.

Ambas partes esgrimían fundamentos que estimaban completamente valederos. Pero había un interés supremo, y por lo tanto un deber ineludible del estado que imponían al tema la urgencia de la de-sesperación. Y así lo entendió el vecino mencionado, que aún convencido que actuaba en ejercicio de lo que estimaba eran sus  derechos, terminó finalmente por aceptar que el bien común está por sobre todas las cosas.

Enhorabuena que haya sido así.

Tal vez mañana cuando la obra realizada demuestre cuan necesario era ese pedazo de tierra para llevar alivio a la grave situación hídrica por la que atraviesan los campos de esa zona, todo se entienda mejor, y lo sucedido sirva para demostrar que las posturas personales, por más razonables que se crean, deben claudicar ante la necesidad colectiva.

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