Las mujeres y la Patria

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Nació en Guayaquil, Ecuador, el 13 de abril de 1796. Hija de Francisco Herrera Campusano y Gutierrez, funcionario del rey de España y de Felipa Cornejo, hija del Capitán General Cornejo y Flor y una de sus esclavas cuyo nombre se ignora.

Hacía 1820 su casa se convirtió en el centro de atención , no solo por la belleza y sensibilidad de la anfitriona( tocaba el clavelín y bailaba como odalisca), sino porque desde sus tertulias se filtró información secreta del bando realista al ejército de Cazadores de los Andes que dirigía el General San Martín, y , viceversa. Gran parte de la llamada “guerra de Zapa” que diseñó San Martín tuvo su origen en estas reuniones.

En 1822 el general creó por decreto la Orden de las 112 Caballeresas del Sol. Convocó a las más encumbradas damas de la sociedad , a treinta y dos monjas y a Rosita (así la llamaban ) Campusano. Esta última  fue la única mujer embestida por el general San Martín con la banda bicolor (rojo y blanco), distintivo de las caballeresas. La banda decía en letras de oro la siguiente inscripción :”Al patriotismo de las más sensibles”

Cuando San Martín se alejó del Alto Perú , después de entrevistarse con Simón Bolivar en Guayaquil, Rosita Campusano se retiro de la vida política pero su rol fue fundamental para que San Martín alcance el reconocimiento de Protector de Perú en la década de 1820. La historia omite pero el imaginario social de su tiempo recuerda que “la Campusano” sufrió en silencio la diáspora programada por San Martín que jamás la mencionó en documentos, cartas, anécdotas o revelaciones de época. Lo seguro es que el General sucumbió ante su irresistible astucia y belleza. El tiempo compartido fue de plena pasión y desbordes sensuales que escandalizaron a los habitúes de las tertulias en los cálidos y lujosos salones de la Campusano que escondía profundos secretos políticos y militares bajo sus enormes ojos verdes y su ensortijada melena renegrida que tantas confesiones amotinó en los perturbados y sensibles hombres de su tiempo.

 

 

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