Los 80 años de un querido vecino

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Como no podría ser de otra manera se presentó con un traje de torero, y con toro y todo, realizó pases de pecho y de verónica al más puro estilo del gran Dominguín.

Ochenta años de vida, sesenta años en Argentina y Carlos Casares, y cincuenta años como comerciante en el rubro fábrica de muebles. Pero sin duda lo más notable en el curriculum de este famoso «gallego» casarense, José Luis Pacheco, es su don de gente, de buen vecino, de excelente persona. Un hombre que llegó como vulgarmente se dice con una mano atrás y otra adelante, junto a su madre, y sus hermanos Soledad. Que la pasaron mal, pero con esfuerzo y ese fuego sagrado que han tenido los inmigrantes, fueron creciendo lentamente, insertándose en nuestra comunidad como si hubieran vivido aquí toda la vida.  Padre de dos hijas, Graciela y Viviana, abuelo y bisabuelo, José Luis Pacheco quiso reunir a sus familiares y amigos para celebrar sus ochenta años. Lo hizo el sábado en los salones del Club Atlético, dando lugar a una animada fiesta, en la que no faltaron atractivas majas ataviadas con trajes de la hermosa España, las que recibían a los invitados entregando a las damas claveles rojos.

El querido Pachequín hizo su entrada triunfal con aires de pasodoble, junto a su señora Norma y sus pequeños biznietos. Actuó como animador Osvaldo Palacios, dándole luego el micrófono a Pacheco, quién con simpatía y sencillez historió su paso por Carlos Casares, habló de su familia, de sus amigos y tuvo palabras de elogio y agradecimiento a todos los vecinos.

El servicio de la cena estuvo a cargo de Fabián Lucero, excelente, con una recepción de bocaditos acompañados de jerez y gaseosas, una espectacular bandeja de fiambres y quesos, tortilla española, un exquisito lomo con milhojas de papa, y como postre brownie con helado. Buenos vinos, mesa de dulces, la tradicional torta, y como no podía faltar en la mesa de todo español,, el brindis con sidra.

 

UNA CORRIDA

DE TOROS Y TANGO, POR SUPUESTO…

 

La sorpresa de la noche también vino acompañada de estridente música española, la misma que suele escucharse en las corridas de toros. De pronto se abrió una de las puertas del salón y apareció en escena José Luis Pacheco con traje de luces, mostrando la imagen de un valiente torero, y tras de él un bravo toro de lidia con el cual realizó un simpático y colorido show en la pista. Allí entre pases de pecho y verónicas, Pacheco clavó con maestría baderillas, y finalmente mostrando garra de matador, ensartó al toro con su estoque, saludando en forma triunfal al público, que lo aplaudía delirante y emocionado.

El otro show fue en homenaje a la que es su segunda patria. Fabián Lucero y su esposa Laura Font bailaron tango con singular maestría, viéndose calurosamente aplaudidos por la concurrencia.

Para completar una noche inolvidable, la pista se llenó de bailarines, se repartió un creativo cotillón, y al compás de ritmos modernos, bailaron y se divirtieron hasta avanzada la madrugada. Y ¡olé!.

 

 

 

 

 

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