Quien escribe estas líneas recuerda que al ingresar a la escuela secundaria, hace ya unas cuántas décadas, el rector del Colegio Nacional de aquel entonces agrupó en un aula a todos los alumnos de primer año, y tras pronunciar unas breves palabras de bienvenida les manifestó que quería saber que grado de preparación tenían y les preguntó si sabían que ocurrió el 12 de octubre de 1492. Primero se hizo un silencio, la timidez propia de esa temprana edad hizo que se miraran los unos a los otros, hasta que finalmente algunos levantaron la mano dispuestos a contestar. Ni uno solo de los primeros en responder supo que había ocurrido ese día. Algunos dijeron que fue el día de la revolución, otros que se celebraba el nacimiento de San Martín, alguno recordó que ese día a los ingleses que nos venían a invadir les tiraron con aceite hirviendo, y otros disparates por el estilo. Cristóbal Colón no fue nombrado y el descubrimiento de América tampoco.
Recordando aquella anécdota fue que consultamos días pasados a 10 jóvenes estudiantes entre 15 y 17 años y les preguntamos que se celebraba el 9 de Julio. Dos de ellos respondieron que el día de la liberación, uno que se conmemora la revolución libertadora, otros dos sorprendidos en su ignorancia prefirieron el humor y respondieron que es el día de la creación del vecino partido de 9 de Julio, uno, acaso el más rumbeado manifestó que ese día en Tucumán los argentinos se independizaron de los españoles, otro que ese día los criollos le ganaron la batalla a España, y los restantes no supieron que decir.
No sabemos como calificar tamaña ignorancia. Acaso similar a la de un grupo mucho más numeroso varias décadas atrás, que no supo que el 12 de Octubre de 1492, Cristóbal Colón descubrió América.
Sería muy fácil cargar las tintas en manifestar que el nivel educativo es lamentable, y que esa es la razón de la ignorancia que hoy exhiben los estudiantes. Creemos que es más complejo que eso, ya que debemos sumarle la poca contracción al estudio, el desinterés por retener, conocer e investigar los pasajes fundamentales de nuestra historia, y la frivolidad de una sociedad que en lugar de rememorar las fechas patrias, se vale de ellas para fabricar fines de semana largos para el pasatiempo y recreación, incluso aquellos en los que se conmemora la muerte de nuestros próceres, o pasajes trágicos de nuestra historia como guerras o batallas en las que muchos argentinos perdieron la vida.
El 9 de Julio de 1816 rompimos con el poder despótico de la monarquía española, recuperamos los derechos que nos fueron despojados, y declaramos nuestra independencia.
Al menos aquellos prohombres que inspirados en sueños de libertad y progreso rompieron las cadenas del yugo español, merecerían que cada argentino tenga un cabal conocimiento de aquella epopeya, y la transmita a sus hijos y a los hijos de sus hijos, como homenaje y reconocimiento a tanta grandeza.