María Eva Duarte “Evita” nació en Los Toldos, Buenos Aires, el 7 de Mayo de 1919. Era hija de Juana Ibarguren y Juan Duarte. Su padre, Juan Duarte Manechena Etchegoyen, era descendiente de una familia acomodada de Chivilcoy y había llegado a General Viamonte para administrar la estancia “LA UNION” . Esta propiedad perteneció a los Malcolm, punteros locales del caudillo conservador Marcelino Ugarte (ex gobernador de la provincia de Buenos Aires hasta 1917).Duarte como muchos hombres de su clase y de su tiempo, creía ejercer plenamente su masculinidad manteniendo las formas que exigían “la moral y las buenas costumbres” (1). En Chivilcoy tenía su familia legal con su prima, Adela D’ Uhart con quien había constituido un hogar respetable y con hijos que gozaban de una amplia movilidad social.
Pero en Los Toldos, partido de General Viamonte, un pueblo agrícola-ganadero que apenas superaba los 3000 habitantes hacia 1920, vivía en la extrema austeridad doña Juana Ibarguren y sus cinco hijos: Blanca, Elisa, Juan Ramón, Erminda Luján y María Eva. Todos fueron frutos de un amor clandestino, ilegal, siempre cercanos a aquel mote humillante de “bastardos” por su condición de “naturales” hijos del pecado con un pasaporte asegurado a la discriminación social y jurídica. Pero las razones por las que Evita odiaría a su padre se harán visibles el 8 de Enero de 1926 cuando Juan Duarte murió en un accidente automovilístico y su madre los obligo (transportándose en un auto de alquiler) a asistir al velorio de su progenitor. Allí, el clima se tornó torvo y tenso, por primera vez en su vida Evita percibió lo que significaba el repiqueteo intenso e incesante en sus oídos al pasar frente a los presentes-auténticos desconocidos-: “con qué derecho”, “como se atreven esos bastardos” y otras expresiones que dejaban en claro que ella nunca mas volvería a asomarse a ese mundo de deshonra y no ahorraría disgustos a los que detentaban de ese modo el poder de “pertenecer” a la oligarquía más rancia de la época.
Con apenas 7 años soportó en las fiestas patrias y en los eventos eclesiásticos de su pueblo las dádivas que otorgaban “las Damas de Beneficencia” (ropa usada de otras niñas, pasada de moda, zapatos rotos heredados de sus hermanas, etc.). Ahí comenzó a gestar sus dolores más íntimos, a revelar sus sentidos en silencio, pero, prolijamente. Era callada de pequeña y de adolescente pero la particular expresión de sus enormes ojos negros te atravesaban de una vez y para siempre.
Contaba con quince años cuando se trasladó a Buenos Aires para abrirse camino en el mundo artístico, especialmente la radio (en radioteatro interpretó siempre a grandes mujeres de la historia como: la zarina Catalina “la grande “de Rusia, Isabel I de Inglaterra, Ana de Austria, Margarita Weil Paz, entre otras que recobraban vida en su voz). Luego se incorporaría al teatro y más tarde descollaría en el cine, en 1937, con la participación en “¡Segundos afuera!” y en una radionovela en radio Belgrano. Al comenzar la década del ’40 ya aparecía en las tapas de las revistas de la farándula de entonces como “Sintonía” o “Guión” que haciendo un parangón con el hoy serían como la revista “Caras” o “Gente” .
Y nació el romance que se hizo mito.
El 15 de Enero de 1944 se produjo el terremoto de San Juan y, en el festival organizado por los artistas para ayudar a las víctimas, Evita Duarte (nombre artístico) se conoció con el Coronel Juan Perón, Secretario de Trabajo y Previsión.
Su vida quedó desde entonces definitivamente ligada a la de Perón, con quien colabora en el organismo por él creado poco antes de ser destituido de sus cargos y confinado en la Isla Martin García, ella contribuyó a su liberación y retorno al poder el 17 de Octubre de 1945.Poco después se casaron (22 de Octubre) en Junín y en Diciembre de ese mismo año lo hicieron por iglesia, en La Plata.
Conocida la fórmula presidencial Juan Perón –Hortensio Quijano por el Partido Laborista -creado para tal fin y cuya columna vertebral eran los sindicatos obreros)-y consagrados por el voto popular Juan Perón Presidente de la República el 24 de Febrero de 1946, también, Eva Duarte se metía en la historia del populismo mundial. Creó la Fundación con su nombre, tomó a su cargo la relación con los sindicatos y logró vínculos incondicionales con estos dirigentes. En 1947 logró la sanción de la LEY que otorgaba a las mujeres los derechos políticos que se ejercieron por primera vez el 11 de Noviembre de 1952. Había fundado el Partido Peronista femenino, como una rama del Movimiento Peronista. Desde el Instituto de formación peronista impartía cátedras que le salían de sus vísceras y de sus más profundas convicciones de mujer y de política. También la radio era su medio para comunicarse con sus “grasitas” o “descamisados” como cariñosamente los llamaba.
La Fundación Ayuda Social María Eva Duarte de Perón creada por Decreto 20.564 y con personería jurídica propia era la obsesión de Evita ya que pasaba muchísimas horas escuchando y ayudando de modo efectivo a aquellos que estaban , aún , fuera del mercado laboral como ancianos, niños y mujeres jefas de hogar. A fines de 1947 comenzó a habilitar hogares de tránsito para mujeres desamparadas, a donar viviendas, repartir subsidios a los ancianos y discapacitados.
En la Navidad de ese año repartió 5 millones de juguetes y para el año siguiente llegaron alrededor de 12.000 cartas por día a la Fundación. La cuenta bancaria de la Fundación se inauguró con un cheque de 10.000 pesos firmado por Evita, una cifra equivalente a 20 salarios de un obrero industrial.”El Estado jamás destinó un peso a la Fundación, según testimonios del doctor Ramón Cerreijo (ex Ministro de Hacienda, ex administrador de la Fundación) los aportes de la financieros provenían de los salarios de los obreros (aporte obligatorio de dos días, el 1° de Mayo y 17 de Octubre) y de donaciones espontáneas (…)”
La fundación construyó policlínicos en importantes núcleos del gran Buenos Aires y en 16 provincias del interior como Catamarca, Jujuy, entre otras. El modelo fue admirado y elogiado por otros gobiernos del mundo como el proyecto del “TREN SANITARIO”,el cual, tenia vagones de obstetricia, pediatría, ginecología, etc.Equipado con los últimos avances tecnológicos y también las comodidades de sala de espera con cine que definitivamente abrió las llagas de sus opositores políticos que llamaban a estas obras y a otras como “la ciudad infantil“ o las colonias de vacaciones para niños en Chapadmalal y Córdoba: “despilfarro”, “generadora de la vagancia”, entre otras frases descalificativas. Evita concurría frenéticamente a fábricas, escuelas, clubes deportivos, barrios, villas. Inauguraba puentes, escuelas rurales, tramos de caminos o torneos de fútbol.
Del dicho al hecho.
Los rumores creados a través del “imaginario social” trataron de ligar a Evita con el gran tanguero Agustín Magaldi con quien habría tenido un affaire para venir de Junín a Buenos Aires con tan solo 15 años en 1935, pero el historiador Felipe Pigna entierra esta versión al sostener que Magaldi había actuado en esa ciudad en 1929 con su compañero de dúo, Pedro Noda. Evita partió de la estación de tren de Junín, aparentemente sola, como sugiere esta carta:
Querida Mamá:
Apenas acabo de partir y ya empiezo a sentirme lejos(…). Sin embargo me siento feliz. Vos sabés cuánto soñé con este viaje desde chiquita, vos sabés. Te mando un beso y un fuerte abrazo.
Cholita.
Este sobrenombre “Cholita” se lo puso cariñosamente su familia desde niña y luego el General Perón la apodaría cariñosamente “Chinita”. Son rótulos descalificantes que la élite intelectual argentina utilizaría con sumo sarcasmo e ironía, tal como lo hizo Jorge Luis Borges quien en tiempo de “agitadas contiendas políticas” por cambiar el nombre de la ciudad de La Plata por el de Eva Duarte, el erudito se despachó omnipotente sugiriendo que le pongan “LA PLUTA” en clara alusión al origen y pasado de Evita. Vale aclarar que el “célebre” Borges despreciaba al compadrito, al gaucho, y al indígena. Pero Eva Duarte lo enfurecía, lo enervaba y hasta perdía su selecto lenguaje cuando la definía con solo escuchar su nombre entre la servidumbre de las casas de la oligarquía que el visitaba como la de Victoria Ocampo, por ejemplo.
Otro estigma en la biografía de Evita es la “purificación“de sus orígenes que quedó definitivamente sellada al consagrarse el acta de matrimonio de Juan Domingo Perón donde se indica que Evita nació en Junín, el 7 de Mayo de 1922, “hija legitima” de Juana Ibarguren de Duarte y su esposo Juan Duarte. Las cuentas no dan, los hechos no coinciden y se “enciende”, la leyenda al lado de la obra social, política y humana que emprenderá esta mujer a quien el modisto y amigo Paco Jamandreau definió físicamente (hacia 1939) como: “Era flaquita, de un pelo muy corto que enmarcaban unos bellos ojos negros de mirada triste y curiosa a la vez. Llegaba dispuesta a conquistar la gran ciudad. Su fértil imaginación no le alcanzaba para percibir hasta donde llegaría aquella conquista”.
El viaje a Europa en 1947: “Evita viajó a Europa en 1947 como representante del gobierno argentino y fue recibida con honores de presidente”, según Lily Sosa de Newton (Diccionario Biográfico de Mujeres Argentinas; Ed. Plus UIltra; 1992).
La imagen, en general, de Eva en el exterior (principalmente en España y el Vaticano) fue impactante y maravilló en cada pueblo, tribuna, banquete o recepción a que asistió por su elegancia, su tez traslúcida (aporcelanada), su diminuta pero armoniosa figura, la exquisitez de su vestuario y su fastuosa colección de joyas que en nada desentonaba con las cortes europeas o el lujo del Vaticano.
A su regreso al país se abocó nuevamente a trabajar en los derechos sociales y políticos de su patria.
Un pueblo que se vuelve sumamente creyente, por obra y fe de su mártir.
En 1951 la CGT propuso a Eva Duarte como candidata a Vicepresidente de la Nación, pero su cáncer avanzado (útero, matriz), la interna en el Ejército y las presiones sufridas por Perón desde la propia cúpula militar hicieron que Evita RENUNCIARA nuevamente a un DERECHO que le otorgó el propio pueblo.
Las intervenciones quirúrgicas no lograron detener el mal, y en cada hogar peronista se improvisaban altares para pedir al Providente que salve a su “hada madrina”, a esa mujer que los miró y los respetó en su condición de humanos.
El 26 de Julio de 1952 a las 20.25 horas Evita entró en la inmortalidad. Su muerte despertó grandes manifestaciones de duelo en los hogares más humildes así como amplios y exuberantes festejos en las casas de sus detractores.
El cuerpo fue embalsamado y expuesto al homenaje público durante varios días (el trabajo de embalsamar a Eva fue hecho por el experto Aragonés Pedro Ara), el gobierno decretó duelo nacional por dos días. En el antiguo Concejo Deliberante porteño comenzaba uno de los velatorios más notables de la historia universal. Larguísimas filas de familias resistían la lluvia y el frío persistente. Los homenajes se extendían en todo el país, donde sus” grasitas” (en cada barrio, en cada pueblo o ciudad) improvisaban altares callejeros sobre una mesa con velas, flores, y el retrato de su protectora, ante la cual se hincaban a rezar y expresar su dolor. Se la declaró “Jefa Espiritual de la Nación” pero sus hombres y mujeres la siguieron denominando “La abanderada de los humildes”. Tras varios días, el cuerpo se depósito en la CGT donde se planeaba hacerle un monumento para conservarla pero nunca se concretó. El golpe militar de E. Lonardi (1955) que derrocó a Perón se llevó como trofeo el cuerpo de Eva Duarte que fue enterrado en Europa con otro nombre y restituido en España en 1972 a su exiliado esposo. Desde el 22 de Noviembre de 1976 sus restos descansan en la Recoleta, en el panteón de quien fuera su cuñado, el militar Arrieta
¿Pero por que ha retenido el peronismo su prestigio?
Tal vez porque Evita forzó (con obras, discursos vehementes y provocativos, con eventos monumentales que la oposición llamaba “circos”) a la élite argentina a reconocer la existencia de los pobres y la desigualdad, y que por más desorbitados que hayan sido sus programas de ayuda, permanecen en el recuerdo de miles de desheredados. Su confesor, el jesuita Benítez recordaba “la he visto besar a los presos, a los tuberculosos… abrazar a los pobres vestidos con harapos y llenarse de piojos”.
Por ello no hay duda de que la movía la compasión genuina, por el dolor humano. Una especie de misión por la que entregó su vida.