Cuando se habla de inseguridad, invariablemente se la relaciona a las fuerzas policiales encargadas de combatir el delito. Después se podrá hablar de la justicia garantista, de que los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra, de la delincuencia juvenil e infantil, pero el punto de partida, la eterna batalla es la de policías y ladrones.
Recientemente en las efemérides que publica este medio, se hacía referencia a que el 13 de julio de 1907, hace de esto 105 años, se constituía la Comisaría del partido de Carlos Casares con: 1 comisario, 1 oficial, 1 escribiente de primera, 3 escribientes de tercera, 1 sargento, 1 cabo y 20 agentes. La dotación estaba integrada por 28 policías, y la población de Casares apenas sobrepasaba los 5 mil habitantes. Hoy podemos decir que la población de Carlos Casares es de un 300% mayor que la de hace 105 años.
¿Hay en este momento una dotación policial superior al 350% de aquella fecha histórica en que se constituía la Comisaría de nuestro flamante partido?. No, por cierto que no, la dotación actual es de alrededor de 60 efectivos, de los cuales operativamente son algo más de 40, y si a eso le sumamos que los índices de delincuencia actuales son infinitamente superiores a los de un siglo atrás, le encontraremos una clara explicación a la inseguridad que hoy se vive, que en Carlos Casares -es bueno acotarlo- es sensiblemente menor que en los partidos vecinos.
Volviendo a la tradicional puja de policías y ladrones, y teniendo en cuenta que a mayor delincuencia debe respondérsele con más policía, no tenemos que intelectualizar demasiado la explicación de por qué la inseguridad es una de las principales flaquezas de nuestra sociedad.
Y todo eso sin ponernos a analizar que antes a la policía se la respetaba, su presencia bastaba para que se imponga el orden, y los delincuentes cuando caían presos purgaban sus delitos sin los recursos garantistas a los que echa mano la justicia, dejándolos en libertad para que puedan seguir delinquiendo.
28 policías cuidaban en 1907 a más de 5 mil casarenses. Hoy apenas el doble deben velar por la seguridad de unos 25 habitantes. Esto demuestra que mientras la delincuencia va por el ascensor, la seguridad lo hace por la escalera.
Como para no quejarnos.