Muchos vecinos damnificados por robos y hurtos se preguntan: ¿qué hay que hacer para quedar preso?. Porque ven que sistemáticamente los autores de dichos ilícitos apenas pasan unas horas detenidos y luego se los libera «sin perjuicio de la continuidad de la causa», que a la larga no arroja resultados, las defensas interpuestas buscan todo tipo de chicanas, terminando los jueces por decretar su libertad, o condenarlos a unos pocos meses en «suspenso». Y luego el suspenso es el de los vecinos que indefensos ven como la policía trabaja de gusto, se esfuerza y a veces a riesgo de tener serios problemas, y los reos en plena libertad.
Todavía está fresca la tinta de la noticia aparecida en anterior edición refiriendo el robo a un vecino por parte de unos «amigos», y el juez ya le dio la libertad. Lo mismo con quien en compañía de otros cómplices mató y carneó una vaca -dice que para comer- y fue detenido por la policía con el fruto de su ilícito. También libre y aquí no ha pasado nada.
La ciudadanía descree de la justicia, ve que esta no es efectiva, que los maleantes no reciben la corrección necesaria, que son beneficiarios de una política garantista que fomenta aún más la inseguridad, cuando en realidad la justicia debería ser severa y contundente para que aquel que anda descarriado reciba el condigno castigo que se merece. Pero bueno, así están las cosas, y lo peor es que nos estamos acostumbrando a que así sean.