Dejando de lado que todo peso que se invierta en salud es beneficioso para toda comunidad, no podemos dejar de reconocer que paradógicamente, el hospital es el “cáncer” del presupuesto municipal. Casi 50 centavos de cada peso que recauda el municipio se invierte en el sistema de salud de todos los casarenses. El 48% del presupuesto total de la comuna se destina a salud, y de ese 48% el 76% se gasta en sueldos, usándose el resto en insumos, servicios, honorarios externos, equipamiento, mantenimiento, gastronomía, hotelería y otros. Por su calidad de gratuito, solo un 6% de todo ese gasto se recupera por reintegro de obras sociales y prepagas.
Lejos estaríamos de pensar que la salud es un gasto, fortalecer el sistema de salud brindando aparatología, profesionales capacitados, especialidades (servicios), excelencia en las guardias médicas, buena atención, hotelería aceptable, etc. debe ser la meta de todo gobernante, y en rigor lo es porque las mejoras y la preocupación han sido constantes, a tal punto de que por ser el hospital el único efector local ha sido redimencionado a través del tiempo y aún así se considera que carece de servicios esenciales y aparatología de avanzada para el tratamiento de distintos tipos de dolencias que obligan a su derivación.
No podemos dejar de considerar en este pequeño análisis que numerosas instituciones, su misma cooperadora y la comunidad en general contribuyen económicamente para la adquisición de aparatología, insumos, la provisión de ropa de cama, alimentos y tantos elementos que son adquiridos con el fruto de donaciones. Si así no fuera la demanda del servicio de salud al erario público sería aún mayor.
Cabe preguntar qué sucederá en el futuro, dado que si bien es palpable que lo que se ha hecho y se hace es mucho, falta también mucho por hacer, lo que requerirá una demanda de dinero constante que no se sabe si el presupuesto municipal estará en condiciones de soportar.
Otras ciudades ven descomprimidas las demandas en materia de salud a la esfera oficial por la existencia de clínicas y prestadores privados que aportan la complejidad que el hospital público suele no tener.
Es evidente que Carlos Casares necesita para redondear un sistema de salud eficiente el funcionamiento de una empresa privada prestadora de salud, la que compensaría de alguna manera las carencias del hospital público y se cumplimentaría con este en la atención de la salud de todos los casarenses.