“La Loreto”: Amazona del General Martin Miguel de Güemes.

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Loreto Sánchez de Frías Peón fue una patriota salteña que colaboró con “Los infernales de Güemes” (gauchos conocidos por su despiadada crueldad con los ejércitos realistas) en las tropas criollas para derrotar a los españoles. Nació en cuna “acomodada” ya que era hija del Situadista Sánchez de Peón, encargado de conducir a España los caudales del Rey y contrajo matrimonio con Pedro José Frías con quien tuvo un único hijo: El General revolucionario Eustaquio Frías.

Si bien Loreto se integró  al sector “más sano” de la sociedad salteña y trataba con mujeres como Magdalena” Macacha” Güemes, Juana Moro, la familia Gorriti, entre otras ascendencias destacadas de la época .

Promediando la década del ’10 había trabado compromiso con Juana Azurduy y colaboró con su ejército independentista.

La Loreto: aguerrida, de firme carácter pero de encantador y sensual andar era difícil de imaginarla convertida en una  espía. Sin embargo ideó una estafeta en el tronco de un árbol que crecía en la ribera del río Arias, cercano a la ciudad, en el que las criadas negras lavaban la ropa y recogían agua cerca de la frondosa planta donde dejaban los mensajes enviados por sus amas. Nadie reparaba en las mujeres afros, eran esclavas, y menos aún en una tarea tan trivial como lavar la ropa. Los realistas desconfiaban de las damas de la élite ya que eran afectas al coqueteo en las tertulias y agradables, en extremo, en el tono de conversación  y modales.

Loreto era inteligente, ingeniosa, astuta y muy valiente según refieren las crónicas biográficas de Lily Sosa de Newton: “iba de Salta a Jujuy y de esta a Oran llevando informes secretos cocidos en el ruedo de  sus vestidos y polleras. Tal fue su fortaleza y decisión que llegó a disfrazarse de panadera y simulando su voz con gran maestría se introdujo en el «cuartel enemigo”, soportando estoica los atrevidos comentarios de los hombres de las tropas  que en tiempos de guerra no respetaban “castas, posiciones sociales”, ni mucho menos, sino que eran movilizados por su instinto viril y socarronamente machista.

Loreto no sabía contar y su rebeldía la había llevado a tener una limitada formación intelectual a diferencia de otras mujeres de su tiempo, pero, se las ingenió para usar granos de maíz que cambiaba de un bolsillo a otro según se iba pasando lista en el cuartel.

Loreto fue la sombra de los realistas: la castigaron con la cárcel y la humillación pero el ejército de Güemes la rescató en cada instancia.

En 1917 el General Español De la Serna, conociendo la actividad de las mujeres de Güemes en el espionaje organizó un baile y paralelamente envió una expedición a los Valles Calchaquíes.

Las tropas del español partieron con sigilo y el General se sintió airoso y varonil al ver las bellas salteñas disfrutando de su improvisado festín. Pero Loreto sedujo con sus encantos femeninos al oficial realista con que bailaba y dándole cita fuera del salón aprovechó para montar a caballo  y corrió a dar parte de la novedad a las tropas patrióticas.

Los realistas fueron sorprendidos y obligados a pelear con las tropas criollas que se aseguraron una rápida victoria. Loreto luchó y arriesgó su vida cientos de veces por lo que consideraba su patria pero murió en la pobreza a la edad de 105 años.

En 1856 la Sala de Representantes de Salta le dio una pensión de doce pesos  que por supuesto no estaban a la altura del mérito que Loreto se ganó como MUJER, madre, esposa y soldado en tiempos en que la patria necesitaba valientes y pasionales HOMBRES y MUJERES para sostener la causa de la libertad. “La Loreto” como la llamaba cariñosamente la paisanada  de Güemes, lució hasta sus días finales un adorno con cintas celestes que sostenían su débil cabellera pero daban cuenta de su “vivo y ferviente patriotismo”.

Ella y muchas más, son las grandes olvidadas de una estructura social argentina que, tradicionalmente se ha hecho desde una perspectiva machista.

 

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