Lucila Blázquez de Ferrante, Lucy para el cariño de familiares, amigos y vecinos, pequeña en el físico pero enorme en los afectos, con 98 años cumplidos en el mes de mayo, emprendió el viaje postrero, cuando el cuerpo gastado y añoso va en busca de su esencia para dejarnos el espíritu, que hecho recuerdos seguirá abrazado a nuestros más caros sentimientos. La querida Lucy, casi centenaria, con la historia de nuestro pueblo dibujada en su mirada, y acuñada en sus cotidianos sentidos, desde la cultura musical de su familia. Esposa de don Antonio Ferrante, quien fuera, más allá de un recordado peluquero y barbero, uno de los más destacados músicos de nuestra historia lugareña, Director de la Orquesta Sello Azul que poblara de música popular muchísimas noches musicales casarenses. Madre de Silvia Susana, Susy, radicada desde hace muchos años en Buenos Aires y José Antonio, Bocha para los amigos, una de las más reconocidas, agradables y melodiosas voces de nuestros cultores musicales lugareños, abuela de María Silvana, destacada bailarina folklórica y María Florencia, radicada en España, hijas de Bocha y Zulma Rossi, que fueron el dorado norte de su vida y su orgullo y razón de vivir de esta larga, hermosa y feliz vida.
Como el añoso árbol que ve pasar los tiempos de la existencia, erguido, orgulloso y con el ramaje de su ser cobijando los trinos cancioneros de la vida, como si fuera el himno de la eterna juventud, acunando sus años y sus anhelos, arropando a su calor los polluelos que le diera el destino como hijos y nietos…Y ese largo transitar por la vida, superando los malos momentos de pérdidas importantes, como la de su compañero de sendero, pero con la fortaleza de los puros de espíritu y acompañada por el cariño de esos pichones que fueron creciendo a su amparo.
Un día de invierno, cuando julio se estaba marchando, el sábado 28, la llama existencial que alimentara durante casi 100 años el recorrido por la vida de Lucila Blázquez de Ferrante, la querida Lucy, se apagó para dar paso a los rayos de sol de los recuerdos, que la han de perdurar en nuestros sentimientos.
Cuando en la media mañana del domingo 29, sus restos mortales, luego del responso religiosos rezado en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, emprendieron el último recorrido hacia el Cementerio Municipal, un mudo sonido de adioses parecieron poblar el aire…