Sabotear las herramientas que son el sustento de su trabajo es un acto de tremenda imbecilidad

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Cuesta creer que en una comunidad como la nuestra se realicen acciones que uno creía reservadas a sociedades más complejas, contaminadas por el crecimiento descontrolado, en las que a menudo se pierden valores esenciales que hacen a la honestidad, a la nobleza y al convencimiento de que la buena marcha de una empresa o de un gobierno, en nuestro caso del municipio, depende de nosotros mismos.

Es por eso que asombra el que se haya cometido un acto de sabotaje contra el municipio, en este caso de una máquina motoniveladora, herramienta esencial para la atención y mejoramiento de nuestros caminos. Es probable que se trate de un hecho aislado, una golondrina que no hace verano, pero de todas maneras lo ocurrido es llamativo, por cuanto se desprende que quién realizó ese atentado tiene al menos conocimientos básicos de como infligir daño en un motor, lo que hace pensar que el autor es alguien que sabe de motores, y por lo tanto que hacer para dañarlos. Sabotear entonces las herramientas que son el sustento de su trabajo, es un acto de tremenda imbecilidad.

Es atinada la reflexión del funcionario que habiendo reunido al personal a su cargo intentó explicarles que lo sucedido, si bien censurable y grave, no afectará a la comuna más allá del costo que signifique el reparar el daño ocasionado. Pero como el título de la conocida canción «ya nada será igual». Un velo de sospecha sobrehilará al personal de esa dependencia, deberán implementarse medidas para evitar la repetición de estos casos, y cada responsable de una herramienta verá en los demás compañeros a un potencial saboteador.

Si quien hizo lo que hizo está disconforme con lo que gana, si arrastra conflictos con sus jefes o di rectamente tiene una cuestión personal con quien tiene a su cargo esa máquina, eligió el peor camino para tomar represalias. Escupió para arriba, inutilizando lo que en definitiva es suyo. El resentimiento le impide ver más allá de su propia irracionalidad. El azúcar que utilizó para destruir el motor de esa maquinaria, debió haberlo utilizado para endulzar su amarga existencia.

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