¡UN ACTO DE LOCURA!

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Braian junto a su novia Jazmín Pallalef

¿Qué puede pasar por la cabeza de un jovencito de 17 años para que decida terminar con su vida?. ¿Qué explicación existe?.

Braian Yoel Pisqueda tomó esa decisión el domingo a la madrugada, a poco de haber salido de una fiesta junto a su novia Jazmín Pallalef. En la calle Alvarado, a pocos metros de Arenales, paró junto a una planta, se sacó un chaleco oscuro que llevaba puesto, luego la camisa y sobre la piel volvió a ponerse el chaleco. Pasó una parte de la camisa por una de las ramas de la planta, se ajustó la tela (probablemente una de las mangas) al cuello y se dejó caer hacia abajo suicidándose.

La voz de una mujer dio aviso por teléfono a la policía en forma anónima. Si fue alguien que lo vio en el momento o pasó después, no se sabe. Solo le avisó a la policía sin identificarse.

 

Cuando los agentes del orden encontraron ya muerto a Braian Yoel Pisqueda. Decidieron no  descolgado hasta tanto no se cumplieron las actuaciones judiciales pertinentes. Luego se lo condujo al hospital a fin de que le sea realizada la correspondiente autopsia, la que estuvo a cargo de un médico forense de Pehuajó. El cuerpo no presentaba violencia alguna, nadie lo tocó, se certificó el suicidio.

 

UN CHICO ALEGRE Y DE TRABAJO

 

Braian Pisqueda no daba el perfil de alguien que pudiera llegar a atentar contra su propia vida. Era un chico alegre, conversador, con montones de amigos, siempre de buen humor, al que le apasionaban los caballos. Trabajaba en un stud, conocía de caballos y se entusiasmaba con verlos correr. «A nadie le cierra que se haya matado -nos decía un familiar- estuvo en una fiesta, se comentó que discutió, alguien dijo que con su novia, pero de ahí en más no se sabe más nada. Su novia y su madre están destrozadas, él vivía con su mamá Karina Pisqueda, la que desconsolada le decía junto al féretro: «¿Por qué no hablaste conmigo?, ¿por qué no me contaste lo que te pasaba?, yo te hubiera ayudado…».

 

Los misterios de la mente humana. Solo hicieron falta unos pocos segundos para que ese chico que era un cascabel al que la vida le parecía un juego, decidiera quitársela por una contrariedad del momento, que seguramente hubiera tenido una rápida solución. Pero él no lo vio así, el mundo se le vino abajo y en su desesperación tomó la peor de las decisiones, se quitó la vida.

No recordamos que la crónica policial casarense registre un hecho de similares características. Por lo general los suicidas no eligen un lugar público donde puedan ser vistos. Prefieren hacerlo en lugares cerrados, sea en galpones, en su dormitorio, o en todo caso si deciden hacerlo al aire libre buscan lugares apartados. Pero que alguien se ahorque en una planta de la vereda y en un sector relativamente céntrico, es ciertamente muy extraño. Presupone desesperación, un momento de verdadera locura.

 

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