Los pobladores de Cadret cuando vieron que el domingo el cielo se puso negro pensaron que iba a llover. ¡Otra vez! dijeron muchos, y los que estaban viendo el partido de Defensores de Cadret y Boca rogaban para que no lloviera, porque se estaba jugando el partido de cuarta y faltaban algunos minutos para el comienzo del cotejo de 1ra. división.
ERA UNA PEDRADA
Pero esas nubes guardaban algo más que agua, de pronto el cielo pareció abrirse y comenzaron a caer enormes piedras, la mayoría del tamaño de pelotas de tenis, que donde golpeaban dejaban su marca. Parabrisas astillados, chapas y canaletas rotas, vidrios hecho añicos, arrancaron ramas, mataron pájaros y gallinas, e hicieron daños de todo tipo. Duró unos minutos pero fue aterrador. El partido se había suspendido, la gente intentó guarecerse y poner a cubierto sus autos y camionetas pero no todos los lograron.
En la casa de un conocido poblador de la localidad esa noche hubo puchero de gallina. Una piedra le había dado a la bataraza en plena cabeza, y fue a parar a la olla…