Es una muy buena oportunidad para los jóvenes de 16 a 18 años, la opción de votar a partir de las próximas elecciones. Sucede que muchos de ellos tienen avidez de participación y es importante que la puedan expresar a través del sufragio.
Por supuesto que hay otros que por distintos motivos, ya sea desinterés, falta de información, inmadurez o autoexclusión, preferirán la opción de no votar.
En mi larga experiencia como docente, recuerdo el luminoso momento del retorno de la democracia (entrados los años 80 como dice Sabina) y la activa participación juvenil; todavía conservo la imagen de las carpetas de muchos adolescentes de escuelas secundarias con la calcomanía R.A., seguidores, obviamente de Raúl Alfonsín y muchos de ellos militantes de Franja Morada; o los jóvenes de la J.P. saludando con la V de la Victoria. Vienen a mi memoria los calurosos debates juveniles en las clases de Historia o Educación Cívica y pienso ¡con qué satisfacción aquellos alumnos hubieran querido votar! ¡con qué responsabilidad lo habrían asumido!, prueba de ello es que muchos se convirtieron en dirigentes, incluso con tareas conductivas o profesionales al servicio de funciones públicas, tal el caso de “Peli” Foglia, “Lucho” Seracci, “Juanci” Castelnau, “Pincho” Lavandeira, “El Pelado” Mallofré, “Talo” Beraza y otros más.
Y más recientemente, en la época del conflicto por la circular 125 los alumnos de la escuela secundaria ponían carteles de “¡Viva el Campo!”, en las aulas del ex colegio Nacional, haciendo uso de la libertad de expresión que la democracia ganada con tanto esfuerzo les confería, y marcando una posición ideológica bien definida identificada con la Mesa de Enlace. Como directivo y como docente, podía o no estar de acuerdo, pero lo que no debía era coartar a esos jóvenes la expresión de sus ideas.
Es evidente que la muerte de Néstor Kirchner, fue un disparador fundamental en la renovada participación juvenil. Así observamos a organizaciones como la JP Evita, la Cámpora, la Juventud Socialista, la Juventud Radical y los jóvenes del Pro, saliendo a las calles con su bullicio y su colorido en las últimas elecciones.
Y tal como se organizan los jóvenes de organizaciones políticas, sociales y barriales, también vemos adolescentes de sectores medios o medios-altos defendiendo sus intereses de clase en los cacerolazos porteños y de otras ciudades del país.
Erróneamente algunos hablan de una nivelación con la imputabilidad del derecho penal y bueno es aclarar que los jóvenes de 16 años son imputables en delitos penales, solo que hasta los 18 tienen un régimen diferente en caso de ser declarados culpables, pero la imputabilidad existe. No obstante ello, si hablamos de derecho a votar, estamos tratando un tema de orden civil y es en este marco donde ubicamos a todos esos jóvenes que desean participar y sentirse responsables con su voto.
Si de lo que hablamos es de oportunismo electoral por parte del gobierno, también se equivocan aquellos que piensan que las cifras pueden ser determinantes y, además ¿Por qué pensar que solo van a votar al oficialismo?, se supone que la oposición tendrá alternativas políticas lo suficientemente tentadoras como para seducir a este nuevo electorado.
Si hay países, como el caso de Brasil, citado como ejemplo de progreso por gran parte de la clase media opositora, donde la experiencia del voto a partir de los 16 años ha dado resultados positivos, me parece muy importante intentarlo en el nuestro, donde no debemos olvidar que una dictadura los mandó a la guerra a los 18 o 19 años con el aval de muchos de los que hoy se oponen a darles participación política.
Los jóvenes tendrán la opción, es bueno que la aprovechen.
Escribe: Profesor Daniel Lombardo