En nuestra edición anterior el empresario futbolístico Bernardo Grobocopatel, propietario del Club Agropecuario Argentino de Carlos Casares hizo pública una solicitada en la cual a grandes rasgos pedía disculpas por dichos que vertiera en una conferencia de prensa a la que convocara el día martes 9 del corriente, por considerar que lo hizo en un momento de molestia y bronca. Comunica Grobocopatel en esa solicitada que mantuvo una reunión con la mesa directiva de la Liga Casarense de Fútbol local, a través de la cual se logró el entendimiento en un intercambio de ideas.
«Nobleza obliga», se dice para calificar el comportamiento de alguien que con honestidad, corrección y convencimiento, reconoce un yerro, una mala acción o tan solo un exceso verbal como el hecho del que nos ocupamos, demostrando ante todo su hombría de bien, en el caso de una persona del género masculino.
Y eso es lo que subyase ante un comportamiento de esa naturaleza. No es más hombre aquel que sostiene una posición con tozudez y sin concesiones, por orgullo o falsa valentía, aún sabiendo que está equivocado. Cuando se es una persona de bien se actúa de esa manera, como actuó Bernardo Grobocopatel. Pedir disculpas no es rebajarse ni arrugar, es simplemente reconocer que se ha actuado en forma desafortunada, tal vez llevado la pasión de la actividad que realiza, como el caso al cual nos referimos.
El fútbol, no como deporte sino a nivel de la dirigencia, está ya demasiado enrarecido con comportamientos erráticos que lo desvirtúan en su esencia, como para agregarle nuevos condimentos. Si los dirigentes aprendieran a volver sobre sus pasos cuando realizan acciones que perjudica al más popular de los deportes, otra y mucho mejor sería la historia.
Rescatemos entonces la cordura y el sentido común, valorando aquellas acciones que contribuyen a mejorar las relaciones entre las personas.
La humildad de una disculpa suele tener un efecto más positivo que la omnipotencia o la soberbia.