Hubo tiros, llevaron al dueño, a 24 chicas y a varios clientes a declarar a la fiscalía. ¡Qué quemo!.

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Comandó el procedimiento el Fiscal de turno, auxiliado por fuerzas especiales de la Policía Federal, y  el GAP de la provincia, en el marco de una investigación por trata de blancas y profilaxis. El local fue clausurado por la municipalidad. Entre las chicas había dominicanas y paraguayas. Un camionero que estaba en una pieza con una dominicana, al escuchar los estampidos y el batifondo quiso escaparse desnudo por una ventana.

Entre dramático, cómico y espectacular fue el procedimiento realizado en el cabaret «Sabany Club» en ruta 5 km. 310 frente al «Castillo» del hotelero Pérez, el sábado a las 3 hs. de la madrugada encabezado por el Fiscal de turno Juan Garriz a quien apoyaban efectivos de la Policía Federal, fuerzas especiales de la policía provincial GAP y personal de la fiscalía. Dicho procedimiento se realizó en el marco de otros realizados en toda la provincia y esta zona (Daireaux, Pehuajó, Trenque Lauquen, etc.) ordenados por la Procuración General  por infracción a las leyes que penan la trata de blancas y profilaxis.

 

TIROS

 

«Se escucharon dos o tres tiros y un regimiento de policías, algunos disfrazados con ropas de combate ingresó al local metiendo miedo y ordenando que no nos movamos», le dijo a El Oeste uno de los asiduos visitantes al cabaret «Sabany Club» que se encontraba tomando unas copas con las alternadoras allí presentes. Y siguió contando: «Revisaron a todos, nos dijeron que no nos movamos, sacaron a unos muchachos de las piezas a medio vestir y comenzaron a interrogar al dueño. Acto seguido nos dijeron que debíamos ir todos a declarar, tranquilizándonos un poco. Uno de civil alto, medio flaco, poco pelo y canoso, era el que mandaba, luego me contaron que era un juez o fiscal. Las chicas, que eran como 20 o más y algunas más desvestidas que vestidas, estaban muertas de miedo. Había otras cuatro mujeres que venían con el kia que mandaba, pero esas estaban más vestidas, eran de la yuta. Nosotros más preocupados que miedosos porque estábamos trabajando y paramos a relajarnos un poco. Los que estaban cagados eran los de Casares, unos pocos, que tenían miedo al escándalo. Uno de ellos decía: Yo soy conocido, si mi mujer que es maestra se entera me mata, estoy para el tiro… Un compañero le decía: tranquilizate, mientras no se enteren los de El Oeste…» 

 

A LA FISCALÍA

 

En distintos vehículos fueron todos trasladados hasta la sede de la Ayudantía Fiscal en el centro de la ciudad, donde una vez allí  prestaron declaración, les tomaron los datos, realizaron algunas entrevistas para el Ministerio de Justicia, preguntándoles a las chicas si hacían ese trabajo en forma voluntaria o si  eran llevadas allí por la fuerza, como las contrataron, quien las esperaba cuando llegaron de su país, si podían salir o si estaban retenidas en el lugar, etc. Todo para saber si las explotaban en un estado de esclavitud o bien si eran prostitutas independientes. Luego llamaron a gente de la municipalidad (Norma Elola) y le solicitaron que procedan a la clausura del local, por no reunir con los requisitos exigidos, tal el caso de inscripción en el REBA para poder expender alcohol.

 

Una nota de color

Un camionero muy simpático relataba que cuando ingresaron a los tiros y tan ruidosamente los policías y el Fiscal, él estaba en una de las piezas con una morena «que se partía» según su parecer, y lo primero que atinó fue a abrir la ventana para escaparse. «Así nomás, quise picar en bolas como estaba para llegar al camión, pero por poco nos voltean la puerta y no pude disparar… podían haber llegado un poco más tarde esos milicos de mierda…».

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