En nuestra edición del 26 de septiembre ppdo. alertamos a nuestro lectores en una editorial sobre la acción de una presunta bandita de jóvenes que se dedicaba a romper los vidrios y rayar la pintura de autos estacionados en la vía pública. Una modalidad que alarma y que lejos de ser «pasajera», ha recrudecido con nuevos desmanes, amparados sus ejecutores en la oscuridad de la noche. El miércoles a la madrugada fueron denunciados en la comisaría local cuatro hechos y se presume que algunos otros damnificados no han querido formular la denuncia.
DOS CAMIONES
En la zona de calles Alte Brown y Arenales dos camiones de transportes resultaron con el parabrisas roto a piedrazos. Uno de ellos, Mercedez Benz 1620 propiedad de Pedro Ibarra, estacionado en su domicilio Almirante Brown 311, y el otro, también Mercedes Benz 1620 propiedad de Antonio Arturo Payeras, estacionado frente a su domicilio en Alte. Brown 285. Respecto a estos camiones se dijo que el autor podría ser alguien del barrio ya que existen quejas porque dejan allí estacionados sus camiones, pero dado que en la misma noche se produjeron otros hechos en distintos puntos de la ciudad, todo indicaría que son sospechas aventuradas.
DOS AUTOS
Denunció Juan Pablo Baldrés, con domicilio en Arenales 90, que también a piedrazos le rompieron la luneta trasera de su camioneta Ford Ranger, mientras que bastante lejos de allí, en Sarmiento 118 los rompevidrios, a piedrazos le rompieron el vidrio delantero derecho a un Fiat Palio propiedad de Natalia Luján Lorenzo.
Nadie los vio, nadie parece haber escuchado nada pese a que el ruido de las piedras contra los vidrios es fuerte, pero a esa hora todos duermen, y si alguien escuchó no dijo nada.
La única solución para terminar con estos desmanes es agarrarlos infraganti, en el mismo momento en que los cometen. La policía patrulla en sus móviles, pero estos se ven desde lejos, alertando a los responsables de estos actos delictivos, que se esconden y nadie los ve. Solo la presencia en las calles de policías a pie puede llegar a posibilitar que sean descubiertos y así poner fin a sus andanzas. Lo ideal sería detectarlos con cámaras ocultas, pero estas en la oscuridad de la noche dificilmente permitan identificar a los autores.