La noticia policial muestra un avance preocupante de la violencia en las noches de los fines de semana, que ya no se genera en locales de extramuros, como solía ocurrir años atrás, sino en pubs y confiterías céntricas, o por lo menos a la salida de éstas, a las que concurren jóvenes de todas las clases sociales. Son escenas que hacen recordar películas como «El Club de la Pelea», «Calles Salvajes» o «Pulp Fiction» (Tiempos Violentos).
Es así que se producen peleas, algunas tan encarnizadas que ponen en peligro la vida de los contendientes, también corridas, daños a automotores y a comercios, y un sin fin de irregularidades que demuestran que la violencia impera en la noche casarense. De esto que aquí comentamos pueden dar cuenta los médicos y enfermeras de las guardias médicas, que entre accidentados y lesionados o heridos en grescas callejeras, tienen abundante trabajo.
No se puede disociar de esta problemática social al alcohol y tal vez y en cierta medida también la droga, cuyo consumo origina estas conductas que si no se frenan pueden llegar a constituirse en un serio problema para aquellos que salen a divertirse sin mayor intención que la de ir a bailar, o a tomar algo y charlar entre amigos. Una palabra, un roce, una mirada pueden generar situaciones violentas que no se resumen a dos personas sino que terminan siendo colectivas sin que se pueda predecir sus consecuencias.
El impresionante operativo realizado días pasados por la policía regional en toda la zona y el carácter positivo del mismo en cuanto a sus resultados, demuestra hasta que punto entra la droga en estos distritos, como se distribuye, y las muchas personas que actúan como pasadores. El pensar que en Casares no los hay o que aquí no ingresa la droga sería ser demasiados ingenuos. Es un secreto a voces que en nuestra ciudad tanto la marihuana como la cocaína cuentan con muchísimos adictos, y si se consume es porque ingresa sin problemas.
La violencia es sólo la consecuencia de conductas que en su mayoría tienen que ver con el exceso de consumo de alcohol y la adición a las drogas. Frenando la venta de alcohol a menores o en exceso a mayores de edad y controlando el ingreso de la droga a nuestra ciudad, haciendo una minuciosa investigación, no solo se estará evitando el consumo sino a su vez frenando la ola de violencia que semana a semana se observa en sectores céntricos de la ciudad.
Tal vez no estemos diciendo nada nuevo, seguramente lo hemos dicho en otras oportunidades y por lo visto nada se ha logrado desde entonces. Pero ignorarlo, pensar que lo que aquí ocurre se repite en todas partes, sería como aceptar que no se puede hacer nada para cambiar esta realidad que asusta y preocupa.
Las autoridades, sea municipales, policiales o judiciales, deben tomar debida cuenta de esta situación y echar mano a todas sus posibilidades para evitar esta escalada de violencia que aumenta día a día y que ya no reconoce límites.