Luego del accidente que sufriera el joven Andrés Paez contra un camión de leche de la firma Mastellone Hnos (La Serenísima), el sábado pasado a la salida del boliche Sin City, a escasos 200 metros del CEF Nª 11, un colega (chofer también) del camionero accidentado le decía a un cronista de EL OESTE: “Pasar por el boliche los fines de semana es un tremendo calvario, nosotros vamos a un tambo de El Jabalí a cargar todos los días y debemos hacerlo pasando por el acceso Lowental. Los fines de semana, frente a la confitería, se me han tirado chicos al piso delante del camión, debiendo pasar muy despacito por que te tiran vasos en las ruedas y hasta tengo miedo que se tiren debajo de las ruedas del acoplado. Realmente es un calvario, debemos tener mucho cuidado ya que los pibes se divierten y arriesgan sus vidas, nosotros vamos a trabajar. No tenemos otra opción, cuando lo hacemos por tierra (calle Lavalle) arriesgamos roturas o accidentes frente a los barrios”.
Las palabras de este camionero cuyo nombre reservamos por razones obvias, deben ser tenidas en cuenta. Nadie mejor que él para pintar una realidad que debe ser modificada.