Imposible no recordar la trágica madrugada del 20 de febrero, cuando un automóvil Peugeot 306 guiado por el joven Mauricio Cánepa, de 28 años, atropelló en la ruta al cementerio, a la salida de la bailable Sin City, atropelló a dos chicos de 17 y 15 años, Noelia Belén Pérez y Octavio Andrés Sayavedra, dándoles muerte. El auto luego de atropellarlos siguió en su loca carrera, sin frenar, en zig-zag, hasta detenerse contra un montículo de escombros frente al CEF Nº 11. Se dijo que Cánepa estaba completamente borracho, que lo sacaron del auto «como anestesiado».
La justicia ordenó la prisión de Cánepa, que ya lleva casi 10 meses preso en el penal de Urdampilleta a la espera del juicio oral en el cual debe ser juzgado.
DIO EXAMEN
En una oportunidad anunciamos que Cánepa había pedido fecha de examen en la filial local de la Universidad Blas Pascal, pero finalmente no se presentó. Lo hizo ayer viernes por la mañana, llegando acompañado de guardias del Servicio Penitenciario. Dio el último examen correspondiente a la carrera de Análisis de Sistema, y una vez finalizado el examen lo condujeron nuevamente al penal. Si llegó a dar bien dicha materia, Cánepa se recibirá de Analista de Sistemas.
CON SU MADRE
La noticia nos la trajo personalmente su madre Rosa Cordero, quien cuando le hicimos notar lo joven que era, nos dijo: «el domingo cumplo años, cómo voy a extrañar la presencia de mi hijo!». Dijo que lo trajeron dos guardias, que vino a dar examen pero que ella no quiso ir para no molestarlo y que se arme algún revuelo. Le preguntamos si lo veía muy seguido y nos manifestó que va todos los jueves y sábados a Urdampilleta a visitarlo, aclarando además que quienes quieran verlo pueden ir los días de visita, jueves de 8 a 12 y sábados y domingos de 8 a 14, que pueden tomar mate, calentar una pizza, etc.
«El abogado (Dr. Samamé) me dijo que si cambian la carátula puede salir. Yo tengo mucha fe en Dios, siempre me apoyo en Dios y confío que nos va a ayudar», nos dijo la señora, quien cuando le preguntamos datos referidos a su hijo, si estaba arrepentido, como vive en la cárcel y otras referencias, nos extendió una carta que él había escrito y nos dijo: «aquí está todo lo que quieren saber contado por él. Pueden publicarla si quieren».
Este es el texto de dicha carta:
¡PERDÓN, MIL VECES PERDON!
Después de 9 (nueve) meses de la tragedia, aún sigo pagando por el error que cometí, error que costó la vida de 2 (dos) personas, 2 (dos) personas que aún tenian mucho que vivir.
Como ya lo dijo mi abogado y mi mama, me encuentro completamente arrepentido de lo sucedido; el peso que tengo que llevar no es poco, saber que mis actos tuvieron como consecuencia la vida de dos jóvenes es algo muy difícil de asimilar.
Lo que me lleva a tratar de salir adelante fue ver sufrir a mi mamá, a mi hermana, mi abuelo, mi abuela, mis tíos, mis primos, y a mis amigos más de lo que yo estaba sufriendo. Decidí sacar fuerzas de cualquier parte y empezar a tratar de salir adelante.
Uno no se da cuenta pero la vida sigue. El trauma y la angustia que da pensar o imaginarse que sucede algo como lo que sucedió no nos permite ver y no nos permite pensar en el día después.
Estoy muy agradecido y sorprendido por el apoyo que tuve y que tengo en este difícil momento; a todos los seres queridos de las víctimas lo único que puedo hacer es pedirle perdón, mil veces perdón, porque se que algunas de estas personas me van a perdonar.
La cárcel no es un lugar fácil, es más es un lugar muy difícil para vivir pero, voy a decirlo de alguna forma, he tenido suerte aquí adentro. Hoy vivo en la celda 41 del pabellón 3.
La policía me ha tratado muy bien. Con respeto a los presos, hay de todo, gente piola y gente jodida.
Estoy trabajando en talleres ya hace 5 meses. Los resultados demuestran que he hecho muchas cosas bien aquí adentro ya que conforme pasa el tiempo gano más beneficios sin joder a nadie. Lo malo de ganar beneficios es que hay gente envidiosa y cuando uno gana beneficios, la envidia toma el control de sus actos.
Después del accidente me olvidé de todo lo que antes consideraba problemas. Aprendí a darme cuenta rápidamente de los errores que cometo y corrijo mis actos futuros.
Aprendí a disfrutar lo bueno que tengo en este momento sin dejar que el pasado o el futuro interrumpan.
Hoy me di cuenta de cuantas mentiras me creí, mientras que la sociedad pregona como verdades absolutas. Felicito aquellas personas que no necesitaron que les suceda algo como me sucedió a mí. Pero que son los menos.
La libertad no tiene precio, pero no hablo de tener un cuerpo que no esté tras las rejas, sino de ser libre de pensamiento, de espíritu, ser libre del sistema.
Invito a todos los que estén leyendo esto que revisen sus vidas y se fijen si son realmente libres.
A todos les envió un gran saludo y espero pronto poder estar en la calle.
Con cariño.
Mauricio.