Pasó una fiesta más, Carlos Casares vivió tres jornadas distintas, una multitud ganó las calles del centro de la ciudad, y la plaza San Martín se convirtió en un mercado persa como nunca se vio. A partir de allí cada cual tuvo su visión respecto a nuestra Fiesta Nacional del Girasol.
No fueron pocos los que la vieron demasiado modesta, con artistas contratados que no fueron de primer nivel, y una escasa o nula simbología. El girasol no existió.
Otros en cambio afirman que la respuesta la dio el público que se convocó masivamente los tres días de su realización, entendieron que la austeridad de la misma tuvo que ver con la situación de la comuna, y confesaron haberse divertido y que la pasaron muy bien.
Pero ¿Cuál es la Fiesta del Girasol que los casarenses quieren?.
Seguramente a lo largo de 21 realizaciones hay para comparar. Las hubo espectaculares, con despliegue de artistas de primer nivel, la visita de altas autoridades, y una respuesta popular a nivel regional y provincial. Se gastó fortunas, todo el mundo colaboró y el éxito fue memorable. Hoy en cambio prácticamente es imposible conformar una comisión, lo mismo lograr que las instituciones intermedias trabajen en su realización, y los costos que insumiría una fiesta acorde a lo que esperan los casarenses, serían prohibitivos.
Tal vez la solución radique en sacarla de la órbita municipal, lograr que se independice y que su organización recaiga en militantes sociales, vecinos pertenecientes a las instituciones, que puedan moverse con libertad y lograr el apoyo económico de grandes firmas relacionadas al agro, al comercio y a la industria. Que entre todos y también con el apoyo del municipio patrocinen una fiesta GRANDE, con un programa de festejos ambicioso y espectacular, en el cual la elección de la reina sea tan solo una parte y no el todo como ha sucedido últimamente. Ejemplos como los carnavales de Lincoln, Gualeguaychú, grandes domas como las de Jesús María y otras, fiestas populares de repercusión nacional demuestran que se puede, pero que hay que gastar y trabajar mucho, y por sobre todas las cosas fuera de la órbita oficial, cero política, una fiesta de todos.
Pruebas al canto, la ausencia de la oposición política al oficialismo local en los actos girasoleros, demuestra que la fiesta que debió haber sido de todos, tuvo un solo color político, por lo menos a nivel de la dirigencia local. Un error, tremendo error, que muestra hasta donde llegan las mezquindades de la política.
El próximo año se cumplen 50 años de la 1ra. Fiesta Nacional del Girasol. No debe ser una realización más, sino la mejor de las realizaciones, una fiesta inolvidable que resuma el sentimiento y el orgullo de todos los casarenses. Nadie le debe sacar el cuerpo, la comunidad en pleno debe prestar su decidida colaboración para asegurar el éxito que todos ambicionan. Si todos se comprometen no será difícil, si se dejan de lado prejuicios e intereses políticos, si se trabaja con tesón y creatividad, tendremos la mejor de las fiestas.