Conclusión acertada y seguramente resignada la del Secretario de Seguridad de 9 de Julio, Arq. Walter Fons, quien en conferencia de prensa ante el auge inusual de delitos que se perpetran en la jurisdicción, manifestó que «somos conscientes que los tiempos que tiene hoy la justicia no son los tiempos de la gente, y lo queremos revertir». Dice Fons a manera de ejemplo que «en cinco minutos a una persona le roban el dinero que tardó años en juntarlo y ve como pasa el tiempo sin que se tengan resultados, «tiempo que ocurre verdad que huye» dice Fons y manifiesta que la investigación judicial debe tener celeridad y eso es lo que están cuestionando.
Fons dice y piensa lo que todos pensamos y decimos, es una verdad de Perogrullo, que no está en la posibilidad de los ciudadanos el poder modificar esa «desconexión» que existe entre los ciudadanos y la justicia. Especialmente cuando se trata de una sucesión de hechos delictivos que sumergen a una comunidad en un estado de inseguridad, y se observa una lentitud injustifable en la justicia, como así también un proceder garantista que tiene más en cuenta el derecho de los delincuentes que el de sus víctimas.
Cuando en una comunidad como la nuestra y seguramente la de 9 de Julio y todos nuestros vecinos vemos que los que cometen delitos contra la propiedad son los mismos, que entran y salen de las comisarías amparados en una justicia que no es justa, llegamos a la conclusión que la idea que tenemos los ciudadanos de la justicia es muy distinta a la idea que tienen quienes la administran. Y no porque alentemos la retrogada postura de diente por diente, ojo por ojo, pero sí la antigua frase que acuñaron nuestros abuelos: «el que las hace, las paga».
En cambio, el que las paga es la pobre víctima, y el que las hace goza de beneficios que le otorga una justicia progre, que dista mucho de parecerse a lo que todos pretendemos de ella.