LA LENTITUD DE LA JUSTICIA

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No vamos a caer en esa frase tan remanida que dice «si la justicia es lenta, no es justicia», porque tendríamos que llegar a la conclusión que no hay justicia en este país. Por lenta se entiende.

Hechos delictivos escalofriantes que conmocionaron a nuestra población recién fueron juzgados cinco o seis años más tarde, y aún siguen sin una resolución definitiva. Testigos que son llamados a declarar 3, 4 y hasta 5 ó 6 años después de ocurridos los hechos, ¿cómo pueden acordarse con exactitud lo que vieron, lo que escucharon o les contaron en aquella oportunidad?. ¿De qué manera pueden precisar circunstancias, detalles, horarios, etc. si a veces suele ser complicado acordarse de lo que pasó un mes atrás?.

Cuando el 20 de octubre de 2005 una madre y tres niños de corta edad morían carbonizados en su modesta vivienda del barrio El Progreso, se pensó que en días o a lo sumo meses el hecho se iba a aclarar, que si alguien lo hizo, las evidencias, pruebas y testimonios iban a permitir que se hiciera justicia en forma rápida y efectiva. Y sin embargo nada de eso ocurrió, pasaron casi 6 años para que en el mes de mayo de 2011 la justicia se expidiera en un largo juicio oral por el que pasaron decenas de testigos, a los cuales se les preguntó lo que había ocurrido 6 años atrás. Una locura. Se encontró un culpable, se lo condenó, este apeló, actualmente la justicia tiene en estudio dicha apelación, y ya transcurrieron 7 años y medio. El acusado sigue en libertad.

Días pasados se celebró una audiencia para juzgar por segunda vez a un acusado del brutal asesinato de su esposa, ocurrido a principios de mayo de 2005. El presunto homicida fue juzgado cuatro años más tarde, fue sobreseido, la fiscalía apeló, Casación ordenó un nuevo juicio, y a 8 años de aquel crimen, recién hoy se conoce una nueva sentencia, y todo indica que habrá una apelación y un par de años más por delante hasta que se resuelva el hecho definitivamente. ¡10 años!, otra locura.

No vamos a analizar las reformas a la justicia anunciadas por la presidenta Cristina, porque sería entrar en una discusión que no viene al caso. La justicia así como va, con la extrema lentitud de pronunciarse una década después de ocurridos los hechos, no solo no es justicia, sino que permite que los delincuentes gocen de plena libertad por años, y que los inocentes sean sospechados también por años.

Y si a esa injustificable lentitud le agregamos una justicia garantista y protectora de una delincuencia cada vez más salvaje, debemos llegar a la conclusión de que se está tocando fondo. Y cuando se toca fondo, la única solución es barajar y dar de nuevo.

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