«Basta la salud…»

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Una frase antigua, usada por la gente grande que hoy muy poco se usa, pero que tiene como significado que nada es más importante que la salud, nos hace pensar que en la escala de las prioridades lo más importante es la salud. Decíamos en anterior contacto que al respecto el gobierno comunal ha dado sobradas muestras de su preocupación en ese aspecto, modernizando día a día el equipamiento tecnológico y científico del hospital, como así también no ha escatimado en la creación de nuevos servicios e inversión en infraestructura. Pero claro, eso no es todo, y así lo demuestran las desgraciadas circunstancias que son de dominio público y que tienen que ver con actitudes y comportamientos médicos que ponen en duda la idoneidad de los profesionales cuestionados, cuyas consecuencias ponen en riesgo la vida de los pacientes. Y algunos mueren, como el caso denunciado recientemente.

¿Qué hacer en consecuencia?. Es real que conseguir médicos que vengan a trabajar a Carlos Casares no es nada fácil. Los que se consiguen y que tal vez por sus antecedentes sea interesante contratarlos, piden cifras y exigencias prohibitivas que la comuna no está en condiciones de afrontar. El resto es a suerte o verdad. Créase o no es así, y los resultados están a la vista.

Pero lo que no puede y no debe tolerarse es que los médicos contratados para las guardias médicas no cumplan con los protocolos exigidos, que son indispensables para un diagnóstico correcto. En cambio en lugar de atender a los pacientes algunos médicos los «despachan», sin tomar las precauciones necesarias, subestimando a veces su preocupación y la de sus familiares, recetando un analgésico en lugar de evaluar seria y profesionalmente los síntomas de ese paciente, que como en los casos conocidos se los envió a la casa por poco recetándoles una cataplasma, cuando en realidad eran víctimas de una grave indisposición cardíaca.

Es innegable que si falla una de las patas más importantes del sistema de salud, que es la idoneidad de los profesionales médicos (aclaremos que de algunos, y son una minoría), está fallando la esencia misma del sistema, por lo que se impone por un lado la exigencia del cumplimiento de los pasos más elementales que rigen para tomar decisiones diagnósticas y terapéuticas, y no conformarse con la intuición o el oficio que da la experiencia. «Si estuvo pintando entonces el dolor es muscular» evalúan erró-neamente sin ningún tipo de soporte científico. El hombre estuvo pintando pero el brazo le dolía y en su pecho parecía tener apoyada la pata de un elefante. Lo suyo era cardíaco, y el médico ni lo intuyó ni hizo nada para verificarlo. El hombre murió.

Queda por lo tanto implementar directivas, exigir el cumplimiento del protocolo que debe seguirse con cada paciente que ingresa a una guardia médica, y ya en otra dimensión del problema revisar antecedentes y evaluar las capacidades de cada profesional que se contrata.

 

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