El escribano Torchio siempre mostró, o al menos todos lo clasificaban de esa manera, como dueño de un estilo no confrontativo, contemporizador, con una veta política moderada, de mucho diálogo e incluso algunos lo tenían como un «tibio». Pero, parece que no es así, a menos que los avatares de la política hayan producido un cambio sustancial en él, y ahora se haya vuelto más aguerrido y frontal. Lo que lo mostraría para algunos como un lobo con piel de cordero…
ASOMBRO
Lo dicho tiene que ver con cierto asombro que causó entre la nutrida barra que ocupaba el recinto del Concejo Deliberante días pasados en oportunidad de iniciarse el nuevo período de sesiones, el que fuera inaugurado por el intendente Walter Torchio con un vibrante discurso, de neto corte político, cargado de imputaciones sin concesiones a la oposición crítica a su gestión, mostrando una faceta de su personalidad que muchos no le conocían.
NO OBSTANTE…
Esa sin duda fue la impresión causada, pero si repasáramos algunos tramos de su gestión veríamos que WT se ha manifestado firme en sus decisiones, ha usado en algunas oportunidades un discurso de barricada, y si bien ha sido siempre amigo del diálogo, y supo comerse muchos sapos, no tuvo empacho mostrar su enojo ante situaciones que lo molestaran, como lo hiciera al pronunciar la célebre frase «me tienen los huevos al plato», en ocasión de una discusión con un sector del personal. Tampoco vaciló al retar sin contemplaciones a su propia tropa cuando algo lo molestó, y controlar él personalmente los manejos políticos de su gestión.
Tal vez no sea ni lobo ni cordero, probablemente su aprendizaje político haya moldeado lo que muchos estiman como «nuevo» estilo, haciéndolo bravo en algunas circunstancias, y contemplativo y dialoguista en otras. Su metamorfosis es producto de las circunstancias, la política no es una ciencia exacta.