Un conocido vecino, Antonio «Pato» Padova, de 68 años, habría intentado suicidarse el domingo en horas de la mañana, siendo un tanto confusas las circunstancias. Primero se decía que quiso hacerlo con un arma pero que se arrepintió, luego que trató de ahorcarse con una soga, y esa sería la versión que más circula, aunque para la policía tomó pastillas, sin especificar de que tipo, aunque se dijo que lo habían dejado como «atontado». El intento ocurrió en un altillo de su vivienda, en calle Zapiola al 400, su esposa lo encontró en el intento y salió desesperada a la calle a pedir auxilio. Un vecino de apellido Aragonés respondió al llamado, corrió hasta el lugar donde estaba Padova, y lo encontró acurrucado en un rincón, luego de haber tenido el intento fallido de suicidio. «Déjenme que me quiero morir», era todo lo que decía. Para esto ya llegaba la policía que circunstancialmente pasaba por el lugar.
Todo indicaría que Padova podría estar pasando por un momento de depresión, ya que no existirían razones «visibles» que permitan entender una decisión de ese tipo. Lo cierto es que su familia está conmocionada, y si bien él volvió a su casa, está medicado y están pensando en que debe ser atendido psicológicamente.
UNA ANÉCDOTA
Hace algún tiempo «Pato» Padova entró a nuestra redacción y nos comentó que había dejado estacionado su auto en la puerta pero que no estaba. Lo buscó en la cuadra (Las Heras), también la de la Clínica Carlos Casares (Rivadavia) a la cual había ido, pero no estaba, por lo que suponía que tal vez se lo habían robado. Un empleado de esta redacción que lo conocía desde hace muchos años se ofreció a llevarlo y ver si lo encontraban. Así lo hicieron, y al pasar frente al local que es hoy del Banco Río, en calle Brandsen, el auto de Padova se encontraba allí estacionado. Evidentemente no recordaba donde lo había dejado. Padova se alegró y agradeció la gauchada.
