Le partieron la cabeza con una llave francesa y le robaron $2000

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P1030476El ladrón no tuvo compasión, fue a robar pero poco le importó si mataba a quien había elegido como víctima. Evidentemente es un violento. Con toda la fuerza de su brazo descargó sobre su cabeza un tremendo golpe con una llave francesa, dejándolo sin sentido.

La víctima, Daniel Rosas (57) es propietario junto a su hermano Héctor (no se encontraba en el lugar), de un criadero de cerdos en una quinta cercana al basural municipal.

El hecho ocurrió al mediodía del sábado, la llave francesa con la cual fue atacado Rosas era de su propiedad. Pero además del certero golpe le aplicó otros en el rostro, dejando a su víctima completamente desfigurado. El ataque fue brutal, innecesario, ya que Rosas en ningún momento se defendió.

Momentos más tarde lo encontró un vecino «como muerto» y completamente ensangrentado, y le dio aviso al hermano de Rosas, Héctor, que se encontraba en una quinta de enfrente.

Llamaron a la policía y a la ambulancia del hospital y pese a que en un primer momento se pensó que la lesión craneana de Rosas era gravísima, luego se estableció que no era tal, que el traumatismo era severo pero sin provocarle lesiones internas que pudieran comprometer su vida.

 

EL MISMO ROSAS RELATA LO OCURRIDO

 

Un cronista de El Oeste enterado de que Daniel Rosas ya había sido derivado de terapia a una habitación común del hospital, logró entrevistarlo y este fue su relato:

-Yo estaba en mi quinta, la cual está al lado del CEPROC, para que la gente se pueda ubicar. Pero voy a comenzar desde el jueves en horas de la mañana, cuando llegó una persona a la quinta preguntándome si compraba lechones, le dije que por ahí se los compraba, le dí mi número telefónico, aunque él no me dejó nada y el sábado volvió a aparecer, me pidió agua, le dí un vaso y lo hice pasar, tomó ese vaso y me pidió otro. Yo le dije: «pasá y servite», y a partir de ahí en adelante ya no me acuerdo más nada”.

 

-Lo conocías al hombre?

-No, nunca lo había visto, salvo el jueves cuando me vino a preguntar si compraba lechones.

 

-Que edad estimás que tenía?

-Unos 40 ó 45 años.

 

-¿Qué estimás que sucedió?

-Yo creo que me golpeó otra persona, porque él pasó por delante mío a buscar agua  y la llave francesa con que me golpearon estaba en una mesa detrás de mí.

 

-¿Vos sentiste el golpe?

-No sentí nada. Me auxilió primeramente el vecino Luis Alarcón que había salido de Los Grobo a las 12 horas y me vio, la verdad es que yo no me acuerdo de nada, se que le avisó a mi hermano.

 

-¿En qué había venido la persona que te golpeó?

-El sábado a la mañana de a pié. Aunque el jueves había ido en moto. Vuelvo a repetirte yo no sentí nada y cuando me desperté estaba acá en el hospital.

 

-¿Se llevó o llevaron algo de la casa?

-Si, unos 2.000 pesos que tenía mi hermano guardado debajo del colchón, de los huevos que vende.

 

-¿Y tu hermano donde estaba en ese momento?

-En una quinta enfrente que tenemos alquilada, había ido a llevar las vacas, hasta hacía menos de cinco minutos habíamos estado charlando en nuestra quinta. Para mí nos estaban vigilando y te repito estoy casi seguro que fueron dos, porque el hombre estaba delante mio y la llave con que me golpearon estaba sobre la mesa detrás mio.

 

-¿No sabés cuando te darán el alta?

-No, por ahora me tienen en observación y me estoy recuperando de los golpes.

 

-¿En que partes te golpearon?

-Solamente en la cabeza y la cara, tengo quebrados los maxilares, por eso dicen los médicos que me han golpeado con un fierro.

 

Este nuevo asalto se inscribe en la misma modalidad usada para con el vecino Anselmo «Memo» Picotto, aunque en este caso se usó la violencia. Es preocupante la situación, que exhibe, como decíamos en anterior oportunidad, un trabajo de inteligencia por parte de los delincuentes.

El que asaltó a Rosas sabía que su hermano no estaba y lo redujo de la peor manera, dándole un golpe que pudo haber sido mortal.

 

LOS ROSAS, UNA FAMILIA SIGNADA POR LA FATALIDAD

Antiguos vecinos de Algarrobos, la familia Rosas solo puede mostrar las virtudes del trabajo, de la decencia y el sacrificio. Pero la vida no siempre fue magnánima con ellos, debieron dejar Algarrobos cuando esa mítica población colapsó ante la modernidad, y radicarse en nuestra ciudad a probar suerte en otras actividades, siempre relacionadas al campo, que era lo que conocían. El padre de los hermanos Daniel y Héctor Rosas, don Jesús Rosas explotaba con cerdos y aves de corral esa quinta «por el basural», y allí encontró horrible muerte (tenía 81 años), víctima de un incendio que estallara en agosto de 2002, por causas que nadie podía saber, ya que ni siquiera podían ser atribuidas a un cortocircuito, porque ni energía eléctrica tenía. Se presume que fue una vela mientras dormía, y allí, junto a su cama fue hallado carbonizado, y la casa destruida por el fuego.

Un fuego que pareció no apagarse y avivarse 6 años después, en junio de 2008, cuando la madre de Daniel y Héctor, doña Ana Duschak de 81 años,  también muriera carbonizada en un incendio que se desatara en su domicilio de Avda. San Martín 458 de esta ciudad. El fuego se había iniciado en su cama y la encontró su hijo Héctor que vivía con ella, tirada en la cocina muy quemada, ya sin vida. Triste destino de los esposos Rosas, ambos consumidos por el fuego.

Y ahora esto, una nueva prueba a la que la vida somete a la familia Rosas. Otro golpe de la fatalidad, si a la inseguridad o al auge de la delincuencia se la puede llamar fatalidad.

 

 

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