Mauricio Hirsch estaba como se dice vulgarmente «pipi-cucú», muy adornado, con luces a la entrada, columnas de alumbrado en la plaza recientemente pintadas, al igual que el mástil en el cual se izó la enseña nacional en el acto protocolar. Pero algo no estaba bien para los concejales y simpatizantes del GEN, tal el caso de Fabián Perelló, con lazos familiares en esa localidad, y todos sus correligionarios. Algo que les revolvía las tripas, tanto el mástil como las columnas estaban pintadas de verde, el «verde Torchio» que le dicen, por ser el color insignia de la gestión del escribano Torchio.
Hubo corrillos entre ellos, algunos expresaban su indignación y preguntaban si corresponde pintar un mástil (en realidad el asta) de verde, cuando la mayoría son grises o acaso blancos para pasar desapercibidos.
Paso el acto, hicieron de tripas corazón, pero la calentura no pasó desapercibida para el bando oficialista, que dicho sea de paso la gozaba diciendo que ni las columnas ni el mástil fueron pintados por años, que ahora no pueden quejarse…
A tomarlo con humor chicos, la política tiene esas cosas…