O los funcionarios del gobierno nacional se empeñan con sus dichos en crear confusión y temor en las clases mejor posicionadas, o de lo contrario son pésimos comunicadores. El presidente de la Unidad de Investigación Financiera (UIF), José Sbatella, dijo que los dólares que los argentinos tienen atesorados en cajas de seguridad representan «la mayor desestabilización que tiene el sistema» económico nacional, destacando que la ley de blanqueo que impulsa el gobierno de Cristina, apunta a esas masas de dinero.
No hace falta demasiado para que los interpretadores opositores o enemigos del gobierno, vean en las palabras de Sbatella una velada amenaza de posible apertura de las cajas de seguridad, en caso de que fracase el blanqueo, para producir de esa manera un «blanqueo automático» de los dólares u otras monedas que pudieran contener y no hayan sido declaradas. Una posibilidad disparatada que vulneraría la seguridad jurídica de los ciudadanos, pero que como decíamos anteriormente, habilita a los detractores de este gobierno a elucubrar teorías y generar el pánico.
DESMINTIÓ
Ante la polémica que generó lo dicho por Sbatella y la creciente ola de temor de los tenedores de cajas de seguridad, el mismo funcionario salió a aclarar que se quiso tergiversar lo que dijo, manifestando: «No vamos a ir por los dólares que están en las cajas de seguridad. La filosofía del blanqueo es exactamente la contraria».
Remedando lo dicho por el Rey Juan Carlos de España al entonces presidente Hugo Chávez de Venezuela en una reunión en las Naciones Unidas, a Sbatella habría que decirle: «Por qué no te callas».
TOCA A CASARES
Las desafortunadas palabras del titular de UIF también causaron inquietud en no pocos casarenses, locadores de las más de 1200 cajas de seguridad con que cuenta la Cámara de Comercio local.
El General Perón decía: «El capital es cobarde», resumiendo las dudas e incertidumbre de aquellos que atesoran ahorros y no los invierten, por temor a que se repitan estallidos bancarios, corralitos, corralones, devaluaciones y planes económicos mágicos que pulverizaron los ahorros y también el capital de los argentinos.