La última vez que nos ocupamos del tema recibimos una andanada de críticas de asociaciones defensoras y protectoras de los animales e insultos de amantes de los animales. Entendieron que cuando dijimos «algo hay que hacer con tantos perros vagabundos», nos referíamos a que había que exterminarlos. Nada más lejos de esa realidad.
Deploramos por ejemplo lo que hizo ese «¿animal?» jugador del club Bella Vista que a un pobre perrito que entró al campo de juego en el que disputaban un partido San Juan y Bella Vista, lo agarró del cogote y lo revoleó brutalmente contra el alambrado. Dicho jugador fue acertadamente expulsado por el árbitro, y creemos que se merece algo más.
Pero lo que sucede en Casares con la cantidad de perros vagabundos que corren autos, motos y bicicletas, que abren en la calle y veredas bolsas de desperdicios, y ladran a cualquier hora del día y de la noche, debe merecer la atención de las autoridades. Por principio tendría que aplicarse una política de esterilización para que dichos canes no sigan procreando, y bregar por su derivación a recintos donde reciban buena alimentación, atención sanitaria y se les impida vagar por las calles.
Cierto es que una buena parte de esos perros tienen dueños. Muchos de los cuales los dejan en libertad y se desentienden de ellos, permitiendo que vaguen sueltos por las calles.
Repetimos: no está en el ánimo de esta nota pedir otra cosa que no sea lo correcto. Que alguien se ocupe de esos animales, sea para que no se reproduzcan, como también para que no tengan necesidad de hurgar en la basura para poder alimentarse.
Los vecinos protestan y con razón. Algunos tienen miedo a esas jaurías que deambulan por la ciudad, otros no soportan que sus veredas se vean enchastradas de desperdicios, como tampoco el concierto de ladridos y peleas que de noche no los dejan dormir.
Por otro lado el «hacer algo» es protejerlos de aquellas personas que como el jugador de fútbol los maltratan o los envenenan, por el solo hecho de «ser animales».
Preferiríamos que en lugar de críticas, amenazas e insultos, nos escriban para proponer soluciones, tal vez mucho más inteligentes que las que se nos puedan ocurrir. No ladren, escríbannos.