¿A quién puede gustarle los lomos de burro?. Seguramente a nadie, son una verdadera molestia, pueden llegar incluso a ser causa de accidentes o roturas en los autos. Pero, en algunos casos, fruto de la irresponsabilidad de los conductores son una necesidad. Sólo colocándoles un impedimento en el camino bajan la velocidad y dejan de ser un peligro para el resto de los conductores. Son la única barrera que respetan, y por cierto maldicen, pero se rinden para evitar el sacudón y eventualmente una rotura en sus vehículos. Los motociclistas los odian y más de uno a rodado por descuido o imprudencia.
No obstante cuando pueden los destruyen, como acaba de suceder con los reductores de velocidad que la comuna implantó en la ruta Loewenthal o camino al cementerio, precisamente para evitar la locura de los automovilistas y motociclistas que usan ese camino como pista de carreras. Esos lomos de burro de un plástico duro asentados con tornillos a la cinta asfáltica fueron arrancados y diseminados en los alrededores. Algunos le echan la culpa a los ciclistas, que precisamente usan ese camino para entrenarse o directamente ejercitarse. Pueden ser unos u otros, pero lo cierto es que los destruyeron porque les molesta.
No se detienen a pensar que en ese camino dos chicos adolescentes perdieron la vida porque un auto a excesiva velocidad los atropelló. Tal vez de haber estado allí en ese entonces esos reductores de velocidad, la gravedad del accidente hubiera sido otra.
El haber arrancado esos reductores es una verdadera «burrada». Está visto que si se resuelve reemplazarlos, los que se construyan deben ser de material, que no se puedan romper.
De una vez por todas, basta de mirar nuestro propio ombligo, de pensar sólo en nosotros, en lo que nos gusta o no nos gusta, si nos sirve o no nos sirve. Los lomos de burro son producto de los tiempos que vivimos, están en todos lados, los odiamos, pero se han vuelto parte ya de la cultura del tránsito. La letra con sangre entra, y esa es la realidad. Ya no surte efecto una señalización o prohibición visual. Así como es indispensable que haya barreras en un cruce de vías, también es indispensable que una «barrera» impida pasar los límites de velocidad, en accesos, avenidas de circunvalación, o en caminos como el del cementerio. Conversando con el responsable de Obras Públicas de la comuna. Ing. Daniel Stadnik, éste confirmó que efectivamente esos reductores habían sido arrancados, por lo que hizo la correspondiente denuncia policial, valuando el daño en $ 6.000. En breve serán reemplazados por otros de material.
Las protecciones de ese tipo son necesarias cuando los seres humanos no se protegen ni quieren protegerse.