Un comentario repetido, tanto en mesas de café como en charlas habituales de aquellos a los que les gusta hablar de política. Y algunos (o muchos) decían: «Si el intendente Torchio cree que la iluminación del cruce de las ruta 5 y 50 le va a servir para conseguir votos, está equivocado». Visto desde una óptica que más que política es politiquera puede ser, pero demasiado ya se ha visto y seguramente se seguirá viendo, la obra «eleccionaria» de aquellos políticos que están convencidos que los votos se consiguen de otra manera, poniendo presencia donde hay necesidades insatisfechas, donde la pobreza lastima, y una ayuda, por pequeña que sea, puede servir para conseguir un voto. También esas prácticas forman parte del decálogo de los políticos, y seguramente figurará por muchos años más. A aquellos vecinos golpeados por la indigencia debe ayudárselos siempre, no sólo en épocas de elecciones.
Volviendo al tema de la iluminación de ese cruce, no importa si no trae votos, si en tiempos eleccionarios otras obras son más efectivas. Ese acceso iluminado seguramente evitará accidentes, en la oscuridad del mismo varias personas han dejado allí sus vidas. Ese sector ampliamente iluminado hace más sencilla la entrada y salida, no se corren riesgos, y eso es lo importante.
El resultado de toda gestión gubernamental se ve en las obras, en su actitud para promover y velar por la seguridad, el bienestar, la educación, la cultura y la salud de las personas. Algunas obras -es verdad- suman más votos que otras, pero todas son necesarias, es tan importante tapar un bache como llevar un médico a una población del campo. Un gobernante debe contemplarlas todas, y si bien es cierto que en tiempos electorales se pone énfasis en inauguraciones, tibieza en los controles y se incrementa el gasto social, el elector ya no se engaña, su evaluación es cada vez más inteligente. Como decía un célebre pensador riojano, más conocido por «el turco», «la gente ya no come vidrio».