No podemos decir que la actual campaña política es crucial para la institucionalidad casarense, que de su resultado dependa la gobernabilidad o el futuro de Carlos Casares. Es tan solo una elección de medio término en la que se renuevan la mitad de las bancas del Concejo Deliberante. Un ejercicio más de la democracia.
Y sin embargo las descalificaciones, sospechas, acusaciones y hasta insultos la han ensombrecido, cuando en realidad tenía que haber sido una campaña positiva, en la que las propuestas y los proyectos fueran la carta de cada agrupación política para tentar el voto de los ciudadanos.
En muchos casos afloraron las miserias humanas, en otros se recurrió a la descalificación para reemplazar las propuestas planteando dudas o recurriendo a remanidas chicanas políticas que ya hasta el más desprevenido de los ciudadanos votantes conoce y reprueba.
No podemos decir que ésta haya sido la mejor campaña electoral. Olvidar que Carlos Casares es un distrito de los llamados chicos, con una comunidad en la que todos se conocen y cada uno puede -como habitualmente se dice- contarle las costillas al otro, y sabe de su vida, su familia y su trayectoria, pareciera que están insultando a la inteligencia de los vecinos, cuando en la lucha por un voto se disfraza la realidad, se crean «monstruos» y se pretende cambiar la voluntad de los ciudadanos, recurriendo a la mentira aviesa o a la acusación malsana.
Unos y otros, al menos la mayoría han cumplido ciclos con aristas positivas y otras no tanto merecedoras de la crítica y el descontento. Es la ciudadanía la que se ha dividido con su voto para apoyar, premiar o castigar, en una alternancia en los últimos 30 años que podría decirse proporcional a cada uno de los dos partidos dominantes que han gobernado Casares en estas tres últimas décadas. Entonces de nada vale pretender demonizarse entre unos y otros, cuando es el pueblo el que la tiene clara, y califica, descalifica y con su veredicto dispone.
El domingo 27 una vez más los ciudadanos darán ese veredicto, y obviamente tendrán la última palabra.