¿Se pueden remontar 500 votos?. SE PUEDE…
El intendente Walter Torchio pudo poniéndose al hombro la campaña luego de haber sido derrotada su lista en las PASO del 11 de agosto. Desde el primer candidato a concejal Martín Daguerre hasta el último de la lista se pusieron a trabajar para revertir lo que fue para ellos una inexplicable derrota. ¿Por qué perdieron?, esa fue la pregunta y las respuestas un montón. Falló la comunicación, le faltó color y «olor» peronista a la campaña, los vecinos no conocían a los integrantes de la lista, y un sin fin de causas que les encendieron una luz roja con miras a las elecciones legislativas de ayer 27. Torchio en una verdadera maratón de inauguración de obras mostró con profusión de actos e imágenes que gestiona, respondiendo al reclamo de los vecinos, con el valor agregado de llegar hasta los barrios, hablar con los vecinos, escuchar sus necesidades y reclamos, y en la medida de sus posibilidades dar respuestas positivas. El toque peronista lo dio una celebración multitudinaria para el Día de la Lealtad Peronista, congregando a viejos y jóvenes partidarios, retornando al folklore justicialista, desempolvando la marcha y colocando en el centro de la escena a sus iconos tan preciados, Perón y Evita.
Y SE PUDO. ¡Y CÓMO!. Aquellos que le fueron adversos entendieron que el «aviso» de las PASO era suficiente. Volvieron al redil, si cabe la expresión, dándole la oportunidad al jefe comunal de su mismo palo, de poder seguir gobernando con comodidad, sin el contratiempo que podría presentarse al tener minoría en el Concejo Deliberante.
CORTARON CLAVOS QUE DABA MIEDO…
Puede decirse que en el oficialismo todo era incertidumbre, sonrisas para afuera, angustia para adentro, para muchos esos 500 votos eran una inmensidad, para otros quizás no tanto, pero igualmente cortaban clavos que daba miedo.
Los resultados que arrojaban las primeras mesas eran confusos, todo dependía de quien los diera, pero poco a poco, voto a voto se fue acentuando una diferencia que se iba agrandando en forma notable, cambiando los rostros de los dirigentes del oficialismo que comenzaban a vislumbrar que se podía.
Lo demás es conocido, las cifras sacaron de la paridad a los dos partidos que se disputaban el triunfo, y en la esquina de Avda. 9 de Julio y Maipú comenzaron a verse las sonrisas, a escucharse los aplausos, y poco a poco fue haciéndose el ambiente de festejo y celebración propio de los triunfos electorales. La gente comenzó a llegar al local de campaña, los candidatos eran felicitados, abrazados y estrujados, la hazaña era ya prácticamente inapelable. Torchio en el clímax era el centro de las felicitaciones, también Martín Daguerre y el resto de los integrantes de la lista. La euforia era general, el susto había pasado, el horizonte hasta el 2015 se veía muy distinto al presagio de las PASO de agosto.
Y hoy a trabajar. A convertir en realidad todo lo prometido, lo que está pendiente y aún no ha podido concretarse. El oficialismo tiene lo que tanto pedía, el gesto de confianza que le permitiera conservar la mayoría necesaria en el Concejo para cumplir sin tropiezos su proyecto. Pero debe saberse que esa confianza ha sido tan solo un préstamo, un contrato que puede revocarse si las cosas no se hacen bien. Y eso no hace falta decirlo, todos los políticos lo tienen bien en claro.
«SUPIERON ESCUCHAR»
dijo un viejo dirigente peronista
«El resultado de las PASO fue para la lista liderada por Martín Daguerre y en especial para el gobierno del intendente Torchio un llamado de alerta, un mensaje de la ciudadanía que les decía que algo no estaba bien, que había que cambiar el paso, modificar conductas y escuchar el silencioso mensaje de las urnas.
Y Daguerre, los integrantes de la lista y el mismísimo Torchio entendieron que había que dar una respuesta cierta y contundente a aquellos que les habían sido esquivos en las elecciones de agosto. Mostraron la gestión comunal, visitaron casa por casa, escucharon reclamos y dieron soluciones. El resultado está a la vista, la respuesta fue contundente, y créase o no el aprendizaje también».
N. de la R.: Quien dijo esto es un afiliado de 50 años de antigüedad, un peronista «de aquellos» que padeció la derrota y que, saboreando el triunfo, se despidió diciendo «SUPIERON ESCUCHAR».