Las obras en los distintos municipios, sean las tradicionales como asfalto, iluminación y viviendas, equipamiento del hospital y otras complementarias, se hacían antiguamente con fondos provinciales o nacionales. Los presupuestos de las comunas eran muy exiguos, tan solo alcanzaban para pagar sueldos, atender los servicios de iluminación, barrido y limpieza, y pare de contar. En la actualidad los presupuestos son más abultados y si bien el grueso de las obras sigue pasando por el aporte provincial y nacional, se hacen desde el municipio gran cantidad de obras a nivel de salud, seguridad, educación y atención general de las necesidades de la ciudad y del partido. Pero como antes, sigue siendo importante la limpieza y el orden de la ciudad.
Precisamente la reciente visita de un famoso intérprete y autor del folklore nacional, don Ramón Ayala, al referirse a la impresión que le dejó su recorrido por la ciudad, no habló ni de los edificios, ni de sus detalles de modernidad, ni de la arquitectura de sus viviendas, sino que resaltó de sobremanera su limpieza y pulcritud. Le llamó la atención el aspecto cuidado y armónico del paisaje urbano, mencionando en algún pasaje de su charla con el cronista, «¡lo lindo que debe ser vivir aquí!». Y lo dijo con la llaneza propia de su personalidad de hombre de tierra adentro, pero con la sinceridad de quien antes que nada lo primero que ve es sin duda lo más importante, una ciudad limpia y pulcra, agradable a la vista, en la que se merece vivir.
Los casarenses no es que seamos quejosos, pero no terminamos de reconocer aquello que vale la pena reconocer, y que está lejos de toda especulación política. Tener la ciudad como su propia casa, limpia y en orden, que es como decir tener lo esencial, lo que no puede faltar, para entonces sí hablar de otras obras, de otras necesidades.
Claro está que aún falta para que alcancemos un nivel de excelencia. Se debe trabajar, y mucho, sobre los terrenos baldíos, las casas abandonadas, las veredas destruidas y la indolencia de aquellos vecinos que no respetan las ordenanzas y creen que tienen impunidad para hacer lo que se les antoja.
Pero vamos en el camino correcto, la imagen general de Casares ha cambiado en forma notable. Y si todos los entendieran así, cambiaría aún más todavía.