Viejo boliche de antaño, del Nono Enrique y la Nona Adela, del “déme un cuarto de mortadela” y mi abuelo Ignacio que toma Amargo Obrero a un costado…Viejo boliche, el pasado no te borra de mi mente porque te tengo presente como un ayer no olvidado. Con tus pisos de ladrillos desparejos por el uso, el delicioso olor a tuco que se colaba de adentro, mientras el Nono, de atento, nos daba unos caramelos… Boliche de Serafíni, Dios lo bendiga al recuerdo, y estas cosquillas en el pecho que siento cuando me acuerdo, mientras la sal de un lagri-món, mis mejillas va mojando…
El sábado 15 de marzo, a los 91 años, falleció Armindo Mario Serafini, y un montón de recuerdos que viene del tiempo de la niñez, de aquel tiempo de las tardecitas del verano compartidas con la barra, se agolparon en la nostalgia. Y Armindo, con esa eterna cara de bueno, pinta de gringo y alma de gorrión , formando parte de esas vivencias.
Por eso, esta no será una crónica del fallecimiento de un vecino, sino un emocionado abrazo a ese pasado donde Armindo Serafini fue parte integrante.
El mayor de los 6 hijos de Don Enrique Serafini y Adela Bidini, el Nono Enrique, que casi octogenario montaba su bicicleta para ir a comprar algún artículo para su negocio y la Nona Adela, chiquita, sonriente y arrugadita que tuvieron 5 varones y una sola mujer, Elena, casada con Carlos Picone y madre de Sabrina y Claudio.
Armindo, recuerdo, trabajó unos años en la Empresa Bocacci, que fabricaba los caños para el acueducto 9 de Julio – Carlos Casares. Cuando la misma se fue, vino a trabajar con sus padres en la despensa y despacho de bebidas de la calle Pueyrredón, el popular “Boliche de Serafini” de hace más de medio siglo atrás. A la muerte de los Nonos, siguió él un tiempo al frente del mismo, hasta que con la jubilación como soporte, alquiló el mismo a Juan Carlos Pace, que dejaba su puesto de encargado del Supermercado de la Cooperativa Agrícola Ganadera ante su cierre.
Y Armindo, con su bonanza, con su paso lerdo y su pinta de gringo, fue sumando años a su vida. El pelo y sus característico bigote se fueron tiñendo de nieve y los achaques de más de noventa inviernos, con otros tantos veranos, fueron haciéndose notar, hasta que el sábado 15 de marzo, habitante de un Geriátrico donde pasó su último tiempo de paso por esta vida, su cansado corazón de gringo buenazo, dejó de latir.
El acto de la inhumación de sus restos mortales se realizó el domingo 16, a las 10,30 hs. en el cementerio municipal, previo responso religioso rezado en la Iglesia Parroquial Nuestra Señora del Carmen
Y se nos fue Armindo Mario Serafini, con 91 años de edad, llevándonos con él un puñado de nuestros hermosos recuerdos…
J. D. O.