Una cosa es hacer un reclamo y otra daños, agravios y crear inquietud en los vecinos
Los pueblos del interior, especialmente aquellos que cuentan con pocos habitantes como el caso de Carlos Casares, no están acostumbrados a las mecánicas de protestas violentas, sea por causas gremiales, sociales o como en muchos casos se han visto en Casares en reclamo de justicia. Los cortes que realizan en Buenos Aires y ciudades importantes, en los cuales se enfrentan a la policía, destruyen bienes, causan caos en el tránsito y con frecuencia pánico en la población, en pequeñas comunidades como la nuestra no tienen sentido. Si quieren protestar, hacer piquetes y reclamar, ya sea por causas gremiales o lo que fuere, no hace falta quemar nada, tampoco causar daños en la propiedad que se bloquea y menos aún conmocionar a una pequeña población como acaba de ocurrir en la localidad de Moctezuma con motivo de un piquete que se le realizara a la empresa Lácteos Vidal.
El gremio lechero ATILRA, responsable de la protesta, visitó días antes nuestra ciudad a través de sus dirigentes gremiales y realizó una tarea de difusión de su trabajo en el plano social, la que tuvo una muy favorable respuesta por parte de los medios locales, sean radiales, televisivos o gráficos. El Oeste fue uno de ellos, en sus páginas reflejó generosamente ese trabajo, por entender que era bueno que se conozca. Hasta lo titulamos «La buena leche», haciendo una relación con la actividad a la que ese sindicato representa.
Pero apenas unos días después, unos 40 o más dirigentes gremiales realizan un piquete frente a la empresa Lácteos Vidal en la localidad de Moctezuma, quemando cubiertas, pintando las paredes de la empresa, haciendo sonar bombos y petardos, y lo que es peor -al menos de eso se los acusa- cortando los cables de teléfonos de la empresa e inutilizando el motor que abre los portones de la misma.
¿Eran necesarios esos excesos?. En su justificación al piquete los delegados explicaban que habían agotado todas las instancias de negociación con la empresa y por esa razón se decidió dicha modalidad como un elemento de presión. Si no permiten la entrada y salida de personal ni de camiones, obviamente no solo se produce la paralización de la producción sino también la de su comercialización.
Volviendo al tema que nos ocupa y preocupa, sería inteligente que aquellos delegados que con entusiasmo procuran difundir «la buena leche» de la organización gremial que representan, no permitan que por otro lado en la lucha por la defensa de los derechos de sus afiliados, algunos dirigentes exaltados que no conocen la idiosincrasia de estos pueblos, actúen con «mala leche» enturbiando el sentido de su representación.