Tenía apenas 10 años cuando Delfín Testa comenzó a trabajar. Era un chiquito flaco de pelo enrulado y zapatillas rotas con un dedo afuera, que dejando de lado sus juegos infantiles tomó la decisión de trabajar para contribuir a la mantención de su hogar. Su primer trabajo fue de canillita de El Oeste, juntaba los centavitos que ganaba y se los llevaba a su madre. Luego fue el recordado «Coco» Byrne quien le dio trabajo en su verdulería, y a partir de allí, hace de esto casi 50 años la vida de Delfín Testa estuvo relacionada al ramo de la verdulería y frutería. Desde entonces recorrió un largo camino, a fuerza de trabajo y sacrificio. Hoy se puede decir que es un empresario del ramo, con 7 verdulerías en nuestra ciudad y acreditado como tal.
UN AUDAZ ASALTO
El domingo en horas de la tarde, cuando Delfín Testa manejando su propio camión Volkswagen 250 mod. 2008 de gran porte cuyo costo oscila en los 800 mil pesos, fue asaltado cuando transitaba la ruta 5 entre Suipacha y Mercedes. Testa viajaba con su hija Yanina de 29 años que quiso acompañarlo porque era domingo. En la caja iba un joven que le había pedido que lo llevara porque debía hacer unas compras. El relato que nos hace Testa de la circunstancia que le tocó vivir es espeluznante. «Íbamos lo más bien, yo conversaba con mi hija, cuando de pronto se nos pone un coche a la par. Era un Gol gris más bien viejo, yo no le di mayormente bolilla. De pronto volví a mirar y vi que un tipo bajó el vidrio y mostrándome un revólver me gritó ¡bajate, bajate, pará!!!», pero yo en lugar de detener la marcha lo encerré tirándole el camión encima, pero el tipo reaccionó y me sacudió un balazo que creo pegó en el parante trasero. Me lo tiró derecho a la cabeza. Mi hija se asustó mucho y yo paré. De inmediato se me subieron dos tipos a la cabina, «correte, correte» me dijeron, estaban a cara descubierta, serían de algo más de 30 años, uno más alto, que daba la impresión de estar más nervioso, como sacado, ese me apuntaba con un revólver que parecía ser un 38 y me amenazaba constantemente».
LE SACARON TODA LA PLATA
Y continúa Delfín Testa con su relato: «Yo le decía: «pará hermano, no te pongas nervioso, que que-rés?», y entonces uno de los tipos, el más tranquilo me dijo: «queremos el camión, lo necesitamos para un trabajo y después te lo dejamos. Danos la plata que tenés, después los soltamos». Yo le di 3000 pesos que llevaba y el otro comenzó a tocarle la botas largas a mi hija. Me puse loco y le dije: «pará hermano, no me toques a mi hija, que querés, llevate el camión, te di la plata, que más querés?», y como los vi tan decididos y temiendo por mi hija les di el dinero que llevaba debajo del asiento para hacer las compras en el mercado y abonar otras facturas, eran más de 70 mil pesos. También les dimos los celulares».
NO TERMINO LA ODISEA
Cuenta Testa que en el coche que lo asaltaron iban otros dos cómplices que se adelantaron en la ruta y hablaban entre ellos por teléfono. «De pronto -continúa Testa- tomaron la ruta 41 a la derecha como quien va para Navarro, y más adelante pararon entre unos matorrales que daban a lo que parecía ser una chacra. Allí nos hicieron bajar y como se iban a llevar el camión les avisé que atrás en la caja iba otro muchacho al que no habían visto. Bajalo les dije, no quiero compromisos, a ver si le pasa algo. Lo bajaron, lo metieron en la parte trasera del Gol con nosotros y los otros dos se llevaron el camión. Estábamos allí cuando de pronto uno de ellos gritó ¡un patrullero, hijo de puta les avisaste!, y me apuntaba con el revólver cada vez más nervioso. Yo les dije que cómo voy a avisar a la policía si nos habían sacado los celulares. «Tiene razón -dijo el otro- yo tengo los celulares», tranquilizando a su compañero. Yo pensé: si viene el patrullero comienza un tiroteo y estamos listos. Uno de los chorros se bajó y salió corriendo. Nos dejó con el más loco que se quejaba que su compañero lo había abandonado».
IBAN A MATAR A UNO…
«En eso aparece el dueño de la chacra, un muchacho que parecía español que le gritaba que se corra, que tenía que salir que le obstruían el camino. Se bajó el chorro con el revólver y discutieron. Yo creí que lo mataba. El asaltante quiso salir en el auto con nosotros tres atrás y como no sabía manejar se cayó en una zanja. Me preguntó si yo podía sacarlo y le dije que sí, me hizo subir al volante y justo en ese momento llega corriendo el que se había escapado y al verme al volante me manda atrás y empieza a manejar, el otro le decía de todo, estaba muy enojado. «Casi lo mato al hombre», le gritaba. Volvimos a la ruta 5 pero no querían pasar por el peaje, yo les dije que se apuren porque el peaje estaba cerca y entonces decidieron que nos sentáramos (estábamos echados) bien en el asiento que íbamos a pasar por el peaje. Nos amenazaron con matarnos si hacíamos algo. Yo veía por la ventanilla a muchachos camioneros conocidos, pero nada podía hacer, los tipos estaban decididos. Pasamos el peaje, dimos vueltas por todos lados, por las colectoras, por Gaona, por la ruta 7, ya era prácticamente de noche y seguíamos dando vueltas, se ve que era para despistarnos. Eran ya las 19 hs. cuando pararon en una calle apartada donde nos dijeron que a cuatro cuadras de allí había una remisera. Les pedí algo de dinero y me dieron 300 pesos, como les dije que no me iba a alcanzar me dieron 100 más. Bajamos, tomamos un remise, fuimos al mercado donde yo compro y allí me encontré con muchos colegas, todos conocidos, pude comprar algo de mercadería y me enviaron a hacer la denuncia a Mercedes por donde me habían asaltado. Y aquí estamos, siento mucho lo del camión porque no tiene seguro, el que tiene no cubre el robo. En cuanto al dinero va y viene aunque es un golpe grande, esto me atrasa mucho, no se si voy a recuperar el camión, me dijeron que me daban la palabra de que lo iban a dejar cerca del mercado, pero quien puede creerle a estos tipos. A partir de ahora tendré que manejarme de otra manera, está todo muy complicado. Y decí que no llevé a un policía al que suelo llevar muchas veces, porque entonces sí que no la contamos».
Delfín se despidió, estaba apurado. «A las 2 salgo de viaje otra vez, es que no puedo parar…».