Hacía tiempo que no se escuchaba a los empresarios locales lamentarse tanto como ahora. Hablan de un freno notable de las ventas, pero de lo que más se quejan es que no cobran las cuentas. Y la pasan peor aún aquellos que han vendido financiado. Los clientes se les atrasan en dos, tres o cuatro cuotas y después no atienden los teléfonos ni hacen caso a los avisos. Se están cayendo cheques que hasta hace poco tiempo eran buenos, y los gastos fijos, sumados a la presión impositiva los asfixian. Un conocido comerciante comentaba días pasados con desaliento, que está a punto de achicarse, prescindir de varios empleados, deshacerse de alguna propiedad para quedar al día con sus números y desensillar hasta que aclare. Por otro lado las empresas de ventas de electrodomésticos se han lanzado con todo ofreciendo televisores para el mundial financiados a 12 cuotas sin interés a precios bajos, y venden abundante, incluso hasta se han quedado sin stock. Son la dos caras de la moneda, una Argentina compleja y cambiante.