Calificar un hecho de esa naturaleza sería abundar en adjetivos para con los autores de tamaño desatino. El sábado, alguien probablemente cobijado por la oscuridad nocturna la emprendió a piedrazos contra la ermita de la Virgen de Luján ubicada a la entrada del acceso que lleva su nombre. Un acto sacrílego que no sólo conmueve a la comunidad católica en su conjunto, sino a todas aquellas personas que profesan creencias religiosas o bien entienden que son miles los casarenses que veneran a la Virgen de Luján y que por lo tanto esa imagen representa mucho para ellos. Es más, con frecuencia puede verse allí a personas orando, y persignarse a todos aquellos conductores que pasan frente a dicha ermita.
Suponer que fue un joven inconsciente o chicos que «no saben lo que hacen» sería simplificar demasiado el tema. Tal vez sea la ira incontenida de irresponsables que entienden que el daño es un mensaje, que haciendo el mal se sienten mejor, que lastimando la sensibilidad de las personas demuestran su disconformidad con el mundo que los rodea. ¡Pobrecitos!.
Obsérvese el destrozo de la imagen y otras reliquias que guardaba.
FOTO MENDEZ