Nevaba y yo con mi gabán sentí llegar al corazón otra nieve más cruel, trocitos de papel que fueron pedacitos de ilusión…
(“Papel Picado” de José González Castillo y Cátulo Castillo)
A veces una canción despierta en el alma un cúmulo de vivencias y recuerdos…Como golondrina que cruza los espacios de la vida, llevando en sus alas un mensaje de melancolías y nostalgias, nos acerca con calidoscópica claridad y colorido, retazos de un ayer que, tal vez con una o pocas imágenes, nos definen un todo. Y así forman en nuestros sentimientos y añoranzas un ramo de nomeolvides con el que perfumamos de cariño esas hermosas vivencias que llamamos recuerdo. Porque a veces, un solo rasgo nos forma y representa a alguien, que pudo haber tenido miles de expresiones, actividades y actitudes que formaron, de cierta manera, su curriculum, pero que, tal vez caprichosamente, nos invade el alma con esa representación.
Albino Gabriel Menazzi, reconocido vecino que, en su vida desempeñara diversas actividades y tareas para ganar con decencia y honradez, características que fueron sus prendas más preciadas, su diario sustento y el porvenir y subsistencia de sus hijos. Pero hubo una actividad que lo destacó en el sentimiento de la sociedad casarense. No por tener prosapia, no por vestirse de modestia, no por entregar y dar pergaminos, sino porque fue el trampolín de manos limpias, pecho amigo y cálida sensibilidad, donde Albino Gabriel Menazzi, viejo y querido vecino, escribió páginas de su vida, luenga y cristalina. Y uno lo recuerda, casi centenario, en un hoy de espalda encorvada pero de viril presencia y amable sonrisa, saludar desde la vereda de su casa de la calle Las Heras, casi esquina Rivadavia y no olvida ese pasado donde la vida le puso un “corazón de papel”, a pesar de sus actividades relacionadas con el agro, no solamente en la atención de un pedazo de campo de su propiedad, sino en el suministro, en otras épocas de la explotación del agro de las legendarias bolsas de arpillera, donde se acopió por años la cosecha. Y la memoria, muchas veces disminuida y encasilladora, nos lo devuelve de esa manera al amigo. El tiempo, que como el río, pasa y no vuelve, fue sumando transcurrir y Don Albino con el cariño de sus hijos, Fernando, Marisa y Nancy, y sus nietos Santiago, Victoria, Juan Manuel, Andrés y Franco que le pusieron calor de primavera al otoño de su vida, recordando siempre algún ausente que se le anticipara en su viaje hacia los celestes espacios donde nos volvemos recuerdo, Albino Menazzi, “corazón de papel”, se fue apagando como una llamita que va consumiendo todo el oxigeno que lo rodea, y el martes 15 de julio, ese andar tranquilo que lo llevaba hacia el futuro, se hizo presente y se volvió pasado.
El profundo dolor que su muerte provocara, se vio reflejado en el acto de su velatorio y en su inhumación, el miércoles 16 a las 11,30, día de la Virgen Patrona, en el Cementerio Municipal, previo responso religioso rezado en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen