En edición anterior al comentar la ordenanza de zonificación y ordenamiento territorial que está en tratamiento en el Concejo Deliberante, decíamos que es una herramienta sumamente necesaria y acaso imprescindible para el crecimiento ordenado de Carlos Casares. Pero claro, una ordenanza es un conjunto de artículos que no pasan de ser letra escrita o letra muerta si no se la aplica convenientemente a través de organismos de control y aplicación que aseguren el cumplimiento de los mismos por parte de la comunidad en su conjunto.
Cientos de ordenanzas nos dicen a los casarenses como debemos comportarnos, que debemos hacer, que permisos debemos solicitar, que restricciones y que derechos tenemos, cuales son nuestras obligaciones cuando construimos, abrimos un comercio, estacionamos, sacamos la basura o recibimos por parte de la comuna un servicio determinado. Parte de esas ordenanzas se cumplen, algunas a medias y otras se eluden o ignoran olím-picamente. El trabajo en redactarlas, en estudiarlas, más los costos y demás, de nada sirve si no se las aplica. Pasan a ingresar un digesto inútil de medidas que no se cumplen y que no pasaron de ser nada más que buenas intenciones.
La zonificación y el ordenamiento territorial marcan el inicio de un orden en medio de un desorden generalizado. El resultado de ese trabajo depende de que se lo aplique sin concesiones. Caso contrario será más de lo mismo.