El Default, Boudou, el Mundial que pasó, Riquelme, Marado-na y la Rocío, son temas, algunos de mayor actualidad, otros que son historia, pero hay uno que para los casarenses se ha convertido en obsesivo, preocupante y en algunos casos catastrófico. No lo decimos en tren de alarmar sino intentando reflejar su importancia, porque afecta de manera directa a ese «órgano» tan sensible que es el bolsillo. Y cuando eso ocurre, nos volvemos locos.
Nos referimos a la llegada de la facturas del servicio de gas natural, que para muchos, muchísimos vecinos ha sufrido aumentos tan considerables que en algunos casos compromete seriamente sus posibilidades de pago. ¡Y vaya si eso no es preocupante!.
Hemos consultado a la empresa proveedora y se nos respondió en forma generosa y clara. Los aumentos, después de muchos años de subsidios, son más que considerables, pero dejan establecido que aquellos que han ahorrado en su consumo un 20% no sufrirán incremento alguno. Luego hay otras escalas de descuentos en base al ahorro y finalmente puntualizan los que por distintas razones quedan afuera de dichos incrementos. Pero mejor limitémonos al ahorro, que eso es lo que propone la empresa para que el usuario no se vea afectado con el incremento.
Si ahorrar significa NO DERROCHAR, podría ser aceptable y razonable. Pero si ahorrar gas, dicho en buen romance significa morirse de frío, es otro el panorama. Un 20% de ahorro con referencia al mismo consumo del año anterior en la misma época no parece demasiado, en la medida que el usuario haya hecho un consumo desmedido o innecesario en esa oportunidad. Pero si hace un año para esta misma época su consumo fue el necesario, no derrochó e hizo un uso adecuado de sus calefac-tores y demás elementos que consumen gas, ahorrar un 20% le quitará calidad de vida. Pasará frío, a menos que se decida a pagar su nueva factura con un aumento astronómico.
Es cierto que las facturas de los servicios están, o mejor dicho estaban congeladas cuando el espiral inflacionario voló por el aire. Pero aceptar ese reajuste como lógico, sería agregarle un elemento más en detrimento de los sueldos, las jubilaciones y las entradas de quien debe afrontar la economía familiar.
Tal vez un aumento gradual, la pretensión de un ahorro menor o en su defecto una mejora en los ingresos de la población harían menos tremendo el shock que produce el incremento de referencia. Caso contrario la opción es afrontar el aumento de las facturas, reducir otros gastos, sea en esparcimiento, educación, turismo, etc., o ahorrar y morirnos de frío…