Cuatro o cinco tiros de madrugada, algún vecino que se despierta, pero por ser un fin de semana y en el centro de la ciudad, dichos ruidos pudieron ser atribuibles al deambular de los trasnochados que pasaditos de alcohol hacen contraexplosiones con sus motos, produciendo un ruido que es símilar a un disparo de arma de fuego. Todos siguieron durmiendo y aquí no ha pasado nada. Pero al otro día apareció una camioneta propiedad de la vecina María Eugenia Panet, la misma que usa su pareja el joven vecino Carly Kosac, que es una F100 roja, la que apareció con varios tiros, cuatro o cinco, en la parrilla, en el parabrisas, en el capot y algún otro lugar.
En una crónica de Capital, del Gran Buenos Aires o una ciudad importante podría hablarse de un mensaje de la mafia: «La próxima vez van para vos», pero en Casares suena raro.
No obstante debemos reconocer que últimamente la crónica policial «pesada» también se da en los pequeños pueblos, aquellos en los que antes no volaba una mosca y hoy acaparan la atención de la prensa nacional.
Por lo tanto no estamos ante un hecho menor, alguien debió haber visto algo, los domingos a la madrugada están poblados de vehículos y transeúntes, siempre hay un par de ojos que ven cuando todos creen que no hay testigos. El arma usada es de guerra, los disparos -se supone- fueron hechos desde otro vehículo, el damnificado tal vez pueda suponer quien lo hizo, o quien podría hacerlo. Caso contrario estaríamos ante una broma o travesura y sabiéndolo nos sentiríamos todos tranquilos.